Por supuesto que al regresar a la habitación, el deseo y la necesidad se adueñó de ambas, haciendo que desde el mismo momento en que cerraron la puerta del camarote los besos hambrientos se hicieron presentes. Prendas de vestir volaron por doquier hasta que llegaron a la cama y dieron rienda suelta a la pasión.
El magnetismo que sentían era incontrolable. No hacía falta hacer mucho para que chispas y corrientes intensas, recorrieran todos sus sentidos y el placer las envolviera por completo.
Era algo que tenía desconcertada a Carlota. Estaba acostumbrada a ser dominante en sus encuentros sexuales, pero más que por llevar el control, era para garantizar su liberación. Muy pocas personas lograban hacerla llegar por sus propios medios, así que en un momento de su vida, había resuelto ese problema tomando el control, cada vez que quería correrse. Había aprendido los caminos más directos, pero al mismo tiempo, discretos, para tomar el control sin herir el ego de su acompañante. No era lo ideal, pero ya formaba parte de su estilo en el sexo y era lo que esperaba.
La novedad era, que Elisa, una principiante en el sexo lésbico, la volvía loca con solo verla disfrutar y llegar a sus orgasmos. La volvía loca con sus caricias, con su forma de tocarla tan delicada y con su completa entrega. No tenía ni la más remota idea de los estragos que causaba en su intimidad y en su mente. Y eso, no podía negarlo, la tenía aterrada.
Aterrada porque cuando Elisa le preguntó si era de ella, ese "sí" que apareció en su cabeza, no había tenido ni un resquicio de dudas, y eso nunca le había pasado. Desde su primer amor veinteañero, en el que con toda su ingenuidad se había entregado en cuerpo y alma, y el que había salido herida, se juró a sí misma que nunca más se volvería a entregar de esa manera. Se juró que siempre sería dueña de sí misma y no perdería la cabeza como lo había hecho aquella vez.
Pero aquí estaba ahora, frente a su mejor amiga; frente a la mujer que conocía su lado más oscuro y alocado; frente a quién sin siquiera sospecharlo, estaba derrumbando cada una de las barreras que se había impuesto durante tantos años. Era cierto que estando en el barco, no había cómo escaparse y huir de todo aquello, pero es que tampoco quería hacerlo. No estaba segura la razón de ello, solo sabía que allí, en esa cama donde yacían juntas y donde Elisa la deleitaba con caricias suaves por todo su cuerpo, era donde quería estar.
No era de permitirse intimar de esa manera con nadie, pero Elisa, estaba en otro nivel y observar la dulzura y ese placer que expresaba su mirada, mientras recorría con la yema de sus dedos el contorno de su cuerpo, la tenían extasiada.
¿Te molesta que haga esto? Preguntó Elisa, al sentir la mirada de Carlota sobre ella.
¿Tengo cara de eso? Le devolvió la pregunta con voz adormilada.
Elisa la miró unos segundos, sin dejar de rozar con las yemas de sus dedos, el hombro y parte de la espalda de Carlota. Al obtener su respuesta, sonrió.
Elisa recordó las tantas veces que Carlota le había contado que en cuanto las mujeres se ponían melosas y cariñosas, ella simplemente huía. Era demasiada intimidad para los encuentros sexuales, así que solo tenían que dar un vestigio de ese tipo de intimidad, para salir corriendo. Sin embargo, allí estaba. Disfrutando de sus caricias sin correr.
Al principio, comenzó a hacerlo para grabarse esa piel en la memoria de su tacto, sin embargo, cada centímetro que recorría la fue llamando como la miel a la abeja, y la exploración inicial, se había convertido en lentas y delicadas caricias, en la que adoraba a ese cuerpo lleno de curvas claroscuro, de la que se estaba volviendo adicta.
Esa piel tan tersa, tan suave, tan cálida. Esas caderas redondeadas que servían de base para su intimidad. Esas piernas firmes y sensuales que se enredaban con las suyas. Esos brazos que cuando la abrazaban, eran tan cálidos y seguros, que se olvidaba del mundo.
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Insospechado amor
RomanceCarlota, una mujer independiente, segura de sí misma y pragmática, que no cree en la fantasía del amor de novela. Elisa, una mujer sensible, soñadora y enamoradiza, que desde siempre ha imaginado al príncipe azul que la haga vivir su "felices por si...