10. La sorpresa

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El sol de la mañana, se filtraba por una rendija que había quedado abierta en la cortina, dejando en penumbra la habitación.

La silueta de los cuerpos desnudos se veían entre sombras, al igual que los ojos entreabiertos de Elisa, quien tenía poco tiempo de despertarse, pero se había quedado acostada rodeada por los brazos de Carlota, quien dormía profundamente todavía.

Elisa repasaba mentalmente todo lo sucedido el día anterior y aún no se lo creía. Lo ansiaba con todas sus ganas, pero pensaba que no sucedería. Sonrió ligeramente, tomando consciencia de lo diferente que era ese amanecer, respecto a los que había tenido los últimos meses.

Se sentía tranquila, querida y feliz. Con la certeza de no estar sola en ese sentimiento que había crecido sin control y que la tenía fuera de sí.

¿En qué momento había pasado todo aquello? No lo sabía, pero lo que sí sabía era que estaba enamorada de la mujer que la tenía entre sus brazos y que le había hecho el amor durante la noche y la había llevado al cielo tantas veces.

Sus manos, sus caricias y sus besos, eran adictivos. Nunca nadie la había tocado de aquella manera tan exquisita y eso solo avivaba sus deseos y necesidades.

Cerró los ojos con una sonrisa enorme en sus labios, al tiempo que apretaba ligeramente el brazo de Carlota que la tenía arropada.

Buen día baby. Le dijo Carlota con la voz somnolienta. Elisa sonrió aún más, si es que era posible y se acurrucó un poco más en el cuerpo de Carlota.
Buen día cariño. Le devolvió el saludo.
¿Tienes mucho tiempo despierta?
No mucho.
¿Quieres levantarte ya?

Elisa era del tipo de personas mañaneras, de las que se despertaban de buen humor y con energía. Carlota por su parte, era al contrario. Su mejor hora era la tarde noche, así que su cuerpo tardaba un poco más en activarse, estuviese donde estuviese.

No. Prefiero quedarme aquí contigo un rato más.
Por mí, estupendo. Ahora fue Carlota quien sonrió.

Elisa se dió vuelta para quedar frente a Carlota y poder ubicar su cara a nivel del cuello y poder abrazarla también.

Se quedaron así varios minutos en un cómodo silencio, simplemente disfrutando del momento. Sin embargo, en ese mar de recuerdos, a Elisa le vino a la memoria algo que no pudo obviar.

Lo había dejado pasar el día anterior por lo que significó para Carlota el decirlo, pero para Elisa, al pensarlo en frío, el estómago se le revolvió así que debía conversar sobre ello para poder dejarlo atrás verdaderamente.

Carlota… ayer dijiste que… Hizo una pausa dudando en si debía sacarlo a colación o no.
¿Si…? Al escuchar el tono de Elisa, Carlota imaginó lo que le preguntaría.
Que estuviste con alguien más. Dijo tratando de disimular el nudo que eso le causaba en la boca del estómago.

Carlota abrió ligeramente los ojos e inhaló profundamente. En otras circunstancias, se levantaría de la cama y se iría sin dar explicaciones, pero éstas eran circunstancias muy diferentes y Elisa, no era una conquista ocasional, era la mujer que le despertaba cosas que nunca había sentido y por quien sentía no solo el amor de amistad, sino un sentimiento mucho más grande que ese, así que si Elisa necesitaba hablar sobre lo sucedido, lo hablarían.

Sí baby, así fue. Pero como te dije anoche, me sentí horrible. Me di cuenta que ansiaba los fines de semana porque sabía que me quedaría contigo y no solo por acostarnos baby, era tu compañía… escuchar tu risa, verte hacer la comida, verte dormir, disfrutar de una película o serie… Hizo una pequeña pausa para ordenar las ideas. Era una locura mi cabeza porque nunca nadie me había despertado todas esas cosas y no supe cómo lidiar con ello.

Insospechado amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora