11. El regalo (Final)

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Meses después...

El cambio de Carlota había sido tan significativo, que incluso sus compañeros de trabajo estaban asombrados por lo risueña y tranquila que estaba.

Todo el que la conocía, sabía de su humor sarcástico, sus ironías y su actitud de "nada me importa, nada me afecta", pero desde hacía varios meses atrás, aunque mantenía su esencia, estaba más empática con los demás y en cuanto terminaba las actividades de cada día, salía como alma que lleva el diablo para su casa.

La causa del cambio lo suponían, pero dado lo "versátil" de sus gustos, no estaban seguros de quién podría ser. La curiosidad los mataba, pero al final de cuentas, lo que más les importaba era disfrutar la actitud accesible y alegre que mantenía y que sin duda alguna, era mejor que la actitud de "mujer fatal" que se empeñaba en tener antes.

Su secretaria, que había aprendido a trompicones a lidiar con ella, se había sentido descolocada al principio, sin embargo, aquel cambio inesperado le había servido para acercarse a Carlota y convertirse en su cómplice, ya que era la única que sabía quién había originado ese cambio.

Las obras ya llegaron a su destino y recibimos la confirmación del artista. La alcaldía confirmó la reunión de mañana a las 10 am y el señor Cardozo confirmó su asistencia. Le enumeró Eva los pendientes que estaban por confirmar para terminar la jornada del día.

Perfecto. Entonces ya podemos irnos. Dijo cerrando la agenda en la que tachaba las cosas que ya se habían realizado y levantándose como un resorte de su silla.

Aunque no se desconcentraba de sus labores, los nervios la estaban carcomiendo.

¿Y lo otro...? Dejó la pregunta abierta. Eva afirmó con la cabeza y una sonrisa cómplice.

Eso está más que confirmado. Le aseguró.

Bien... entonces todo está listo. Dijo llevándose una de sus manos a nivel de su estómago tratando de calmar los nervios.

Síp. Confirmó mordiéndose el labio inferior tratando de no reírse por verla hecha un manojo de nervios. No por burla, sino todo lo contrario. Estaba encantada al verla tan vulnerable e insegura, era algo que no se veía a diario, así que valoraba la confianza al mostrarse así frente a ella sin máscaras, como hacía ante todo el mundo.

Gracias Eva, en verdad agradezco tu ayuda en esto.

Tranquila. Confieso que me gusta ser tu cómplice en estas cosas. Le admitió.

¿Por qué? Sonrió extrañada.

Porque en momentos como este eres más tú, más espontánea y... Se cohibió.

¿Espontánea y...? Repitió instándole a continuar.

¿Feliz? Dijo dudosa, pues aunque era su percepción, no quería que Carlota mal interpretara sus palabras.

Carlota usaba una máscara frente a todos, pero eso no significaba que fuese infeliz, simplemente no daba espacio para que nadie conociera su verdadero yo, a menos, que así lo quisiera. Sin embargo, desde que estaba con Elisa, dejaba entrever su felicidad. Igual mantenía a raya a todos y no les daba cabida en su intimidad, pero era inevitable que se notara esa luz que desbordaba su aura. Y sí, a Eva le había abierto las puertas a esa parte tan privada de su vida, pero estaba muy clara que no era su amiga, así que no quería pasarse los límites.

Carlota la miró en silencio unos segundos pensando en ello, antes de que una media sonrisa se asomara en sus labios.

Sí, es cierto. Asintió Carlota. Cuando se trata de Elisa, me siento como una niña... La ilusión de verla sonreír me emociona. Confesó.

Insospechado amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora