2; Sun

28 8 4
                                    

Artemis

Miro por mi telescopio, mis largos, negros, grasosos y desordenados cabellos, caen y revuelan en mi cara, tapando mis amarronados ojos, impulsados por la brisa fría de la noche que se cuela por la ventana.

Es de noche, desde lo alto de mi torre de astronomía solo se escuchan los grillos cantar. Desvió la mirada del telescopio hacia el sereno y tranquil océano y me pregunto; "¿Cuándo será el día en que me encuentre a una hermosa y sexy sirena reposando sobre una piedra en el mar, que brinde de suerte a un pobre hechicero como yo?"
Nunca paso, obviamente, no porque las sirenas no existan, sino porque nunca nadie ha
querido a él hechicero llamado Artemis Circe, especializado en los astros, que sirve a el emperador y a el príncipe del imperio de Akrea, en el que habitan vampiros y hechiceros. No pasa por todo esto, no porque las sirenas no existan, ellas existen, simplemente están desaparecidas hace muchísimo tiempo, la última vez que se las vio, fue en el mar del imperio de Faywair. Aunque si podría venir una hermosa hada, conozco a algunas, pero no he tenido suerte con ninguna. También podría probar la suerte con alguna otra hechicera; pero no tuve suerte hasta ahora. Muchos me aconsejaron de Centauras o Medusas. Las centauras no son para mi honestamente; son demasiado bestias, su especie en general lo es. Las medusas; ni siquiera lo intentaré ¿Han visto alguna vez a tal ser tan espantoso? Ni quiero pensar que pasaría si despiertan esas viscosas y escamosas serpientes que reposan sobre suscabezas, cualquier otra criatura terminaría convertida en piedra, pero un hechicero como yo
nunca se deja engañar, obviamente tengo un haz bajo la manga, los campos de ozono tienen buenas vibraciones mágicas contra esas horribles serpientes. Aunque luego me acorde que para poder tener un romance con algún otro ser que no sea hechicera, me considerarían un traidor.
Sigo mirando por el telescopio buscando alguna enana roja para terminar mi conjuro para
llenar de suerte y abundancia al príncipe Ronald, como el mismo me lo había pedido. La verdad es
que tenía otros asuntos pendientes y más importantes, pero lamentablemente no tengo un amuleto anti príncipes caprichosos. En mi búsqueda de una enana roja encuentro algo que me llama muchísimo la atención; la habitual familia de soles del noroeste no tiene ninguna enana roja a su alrededor; "Curioso" pienso. Ahí siempre hay enanas rojas. Hasta que veo algo extremadamente extraño. Primero no creo lo que estoy viendo y después decido cambiar el lente del telescopio. Sigo viendo lo
mismo; sigo sin creerlo; cambio incontablemente de veces de lentes el telescopio y sigo sin
respuesta. Procedo a hacer lo que hace solamente un mago demasiado inseguro como yo;
Agarro la bola de cristal, que reposa tranquilamente en mi biblioteca y conjuro en mi mente
pensando en las letras rúnicas;
꒒ꀤꌃꋪꍏꂵꍟ ꀸꍟ ꉓꀎꍏ꒒ꆰꀤꍟꋪ ꉓꂦꈤꀭꀎꋪꂦ
Nada; lo mismo. No estaba bajo ningún hechizo. Estaba viendo este acontecimiento con mis propios ojos. Una familia de enanas rojas. Las enanas rojas que debían de estar alrededor de la familia de soles, se habían retirado formando ellas mismas su propia familia. Ya no deberían tener el nombre de enana roja, ya que ahora no estan alejadas de una familia, pero su poco brillo y su débil contraste era rojizo. Pienso que esto debía significar algo... Cuando lo recuerdo; las predicciones. Hace mucho que no las conjuraba. Digamos que no es mi tipo de
magia favorita, prefiero los encantos. Ignorando mis propios pensamientos inoportunos busco
mi esfera de cristal. Muchos piensan que veo el futuro a través de ella, pero no; solo puedo ver predicciones. La esfera está hecha para poder sacar esa parte de mi magia, pero nada más. Voy hacia la punta de la torre. Arriba hace demasiado frio y hay mucho viento, así que subo por mi techo con mucho cuidado cargando mi esfera. Una vez que llego me siento y contemplo mi esfera, me concentro en el alfabeto rúnico, en la familia de enanas rojas, y en mi idioma a la vez, respiro, cierro los ojos y me pongo en sintonía con mi entorno. La magia empieza a brotar de mis manos, de mi mente y de mi pecho, hasta que la predicción

llega.



Frio

Sangre

Sudor

Muertes

Armas

Akrea

Quantis.




De repente siento una sensación de incertidumbre, frio y dolor en todo el cuerpo, como si estuviese en otro lugar. Siento la necesidad de abrir los ojos, pero me resisto; no es conveniente salir de un entorno en medio de una predicción. Siento la presencia de algo más, algo que está a mi alrededor.

Por fin abro los ojos y el paisaje de horror me inunda la vista con lágrimas. Estoy en Akrea, acabamos de pelear contra un pueblo libre, un pueblo en el que todas las criaturas se mezclan sin importar que sean de distintas especies; Quantis. El bosque de pinos que hay debajo de mi torre de astronomía desapareció, estoy sentado en el medio de un prado completamente nevado, y con poca nitidez a causa de mis lagrimas veo sangre.
Veo cuerpos de elfos, hadas, centauros, trolls, gigantes, semi gigantes, y medusas. Todos estos cuerpos, que tienen clavados cuchillos, lanzas y otros simplemente heridos con conjuros, tiñen de rojo el paisaje blanquecino que debía de durar kilómetros y kilómetros.

Sigo vacilando, es la primera vez que puedo trasladarme a otro lugar mediante las predicciones y se supone que eso es un logro por el que uno debe estar feliz, pero por alguna razón hay una tristeza que bloquea mis demás
emociones; no es una tristeza sin razón, estoy devastado por alguien, alguien importante,
alguien que quiero y que ya no está. No es mi tristeza, es de alguien más; escucho sollozos
pertenecientes a una voz femenina.

A un metro veo algo que me deja en shock;

Ahí estoy yo; muerto en la nieve, tiñendo el blanco por el rojo. La sangre cae a la nieve y hace el efecto que tiene el agua al caer sobre brasas. Ahí va mi magia, se derrocha mi sangre, caen litros y litros de magia y alrededor de mi cuerpo se forma una barrera de humo. "Mierda" pienso.

Me percato de quien está llorando; está dentro mío; o yo estoy viendo esta predicción desde su perspectiva. Esta llorando por mí, ¿Quién era? Si no le importo a casi nadie. No sé si fue por que intente girar sobre mi eje, pero inmediatamente sentí que caía desde una gran altura, aterrice con mis nalgas en la torre de astronomía, con la bola de cristal en mis manos; apenas me percato de lo que pasa, pierdo el equilibrio y caigo hacia la derecha. No hay nada que retenga mi estúpida caída.

Luego de cinco segundos de caída choco contra un pino y caigo golpeándome y raspándome con sus ramas.

Finalmente caigo en el suelo del pinar.

Silencio.

Sigo llorando; no se si porque acabo de golpearme los testículos o por lo que acababa de ver.

Creo que por lo segundo. Me dejaría más dudas que respuestas.

𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐 𝑴𝒆𝒔𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora