18; Supernova

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                                                              Melathia

 Mis serpientes tenían curiosidad, pero las obligue a que no lo petrificasen. Honestamente era una imagen bella de ver. Había pasión en sus ojos.

El chici se percató de que lo estaba mirando. Y rápidamente murmuro algo. Una de mis serpientes accidentalmente lo miro. No entendí lo que pasaba. Una gran irradiación con olor a ozono reboto contra mí. Poco a poco me petrifique. Así quede convertida en piedra. Pude admirar cada una de las facciones del hechicero. La tristeza me inundaba, sabiendo que hasta alguien que no me conoce reacciona así, convirtiéndome en piedra. Mis serpientes lloran, y yo no puedo evitar que unas gordas lagrimas corran por mi dura y fría piel.

                                                                               Artemis

Me arrepiento de haber estado dibujando. La medusa deja correr lagrimas por su pecoso rostro. Hace tiempo que no veía una. Aunque siempre tuve miedo de estos seres, me sentí culpable. Estaba sufriendo, ¿porque habría venido si no al bosque de la desolación?. No sé cuánto tardaba el efecto en irse. Pero hace un rato decidí que quería cambiar, así que hice lo menos que podía hacer; le hice compañía.

                                                                                  ***

El tiempo pasó, y el frio llegó. Ella tenía una blusa y una falda. No sé si las piedras pueden sentir frio, pero no me arriesgue. Me saqué mi túnica y se la puse. No sé qué estaría pensando ella en ese momento, pero yo estaba pensando en las disculpas que ella se merecía tener.

Pensando vi como la piel grisácea de sus mejillas, se tornaba un poco más oscura. A lo mejor le incomodaba un poco así que me senté a su lado, esperando y dándole su tiempo. Yo la iba a esperar. Le iba a dar su tiempo.

                                                                                 ***

El tiempo paso. Su piel comenzó a colorearse nuevamente. Su pecosa y colorada cara estaba volviendo en sí. Me percate de que ella se estaba cayendo hacia delante. La agarre desde su cadera, y detuve su caída. Ella me miro.

Así, enfrentados cara a cara muy cerca, pude admirar cada peca que yacía en su cara y unos brillantes ojos verdes. Ella se soltó de mi agarre. Para sorpresa mía, yo todavía tenia mis manos en sus caderas y ni lo había notado.

Ella volvió a mirarme.

-Gracias

No sé por qué me decía gracias, la había petrificado. A decir verdad, ella habia hecho el amague de hacerlo o alguna de sus serpientes. Yo respondí con mi campo de ozono haciendo el efecto de rebote.

-Perdón

Fue lo primero que pude articular. Ella se empezó a quitar mi túnica para devolvérmela.

-Quédatela- le dije

Ella insistió y yo insistí. Finalmente gane y ella se la quedo. Luego de un silencio incomodo, ella se agacho para levantar mis pergaminos. Si, me dio más vergüenza que vea mis dibujos que agarrarle la cadera. Ella los observo. Si alguna otra persona hubiera hecho lo mismo, le habría arrebatado los pergaminos, pero por alguna razón, algo me retenía a sacárselos a ella.

-Dibujas muy bien- me dijo con una sonrisa

-Gracias

Como estamos en el bosque de la desolación y se supone que uno no tiene nada que perder, le pregunte;

- ¿Por qué estas aca?

Ella miro el suelo. Ahí empecé a preguntarme por qué si sus serpientes me miraban inquisitivamente no me habían petrificado aún.

- ¿Y si nos conocemos un poco más? Necesito confianza- dijo después de reflexionar

La idea me pareció bien. Capaz ella no era mi solución, pero ahora tenía ganas de hablar y saber más sobre esta medusa.

-Melathia- me dijo mientras me tendía una mano.

-Artemis- le dije mientras tomaba su mano.

𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐 𝑴𝒆𝒔𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora