Blog de Hogwarts (tercera generacion Harry Potter)

#27: Clases de aparición y un beso

Aprovechen esta racha de publicaciones, que ya mismo me tengo que volver a desaparecer y estudiar y presentar mi tesis...

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Sebastian se giró sobre sus talones, dedicándole un rostro indignado y confundido a su mejor amiga, quien tomó aire y se acercó para comenzar a explicarle, pero este negó con la cabeza.

—No sé qué hipogrifos te pasa Adaline, pero de verdad...

—Escúchame, por favor —le suplicó, sintiendo que sus ojos se ponían vidriosos—. No doy más con esto y me voy a volver loca, pero hay algo raro en mí. He soñado desde el accidente de las clases de Defensa con la misma escena, necesito ver una foto de Clarisse Yaxley y necesito saber bien qué sucedió.

Sebastian parpadeó varias veces y compartió una mirada con Giulia, como si la pelirroja de repente se volvió loca, eso fue suficiente para que esta dejara ir un grito de hartazgo y ella misma decidiera salir por las cocinas. Deseaba que James estuviera con ella, él no la juzgaba de loca por decir lo que pensaba de sus sueños, solo la escuchaba y parecía querer ayudarla, Sebastian solo la hacía sentir ridícula.

Este se quedó perplejo en las cocinas y miró a la Slytherin, quien solo se encogió de hombros.

—Me quiero duchar, así que... —avisó que se iba, pero no sin antes volver a dirigirse a él— Yo creo que deberías de hablar con ella, Sebastian, al menos solo escucha lo que tiene que decir.

Él asintió, no muy convencido y salió de las cocinas, intentando alcanzar a la pelirroja, quien ya se encontraba subiendo las escaleras del Vestíbulo. Él tomó aire y agarró con más fuerza su álbum, no le gustaba para nada recordar aquella etapa de su vida, peor el día que le arrebataron todo y sobre todo en el día de su cumpleaños.

—Adaline —la llamó, cuando estaban ya en el primer piso y esta se volteó, sin expresión alguna—. Mira, yo... Es muy difícil para mi hablar de esto, tenía ocho años cuando sucedió y a veces cuando me dan ganas de averiguar más, solo es peor.

Adaline suspiró y se acercó a él para tomarlo de las manos, sintiendo una conexión extraña que nunca antes había experimentado con él, incluso se le erizó un mechón del cabello y Jones se alejó de ella como si fuera electricidad pura.

De nuevo, de nuevo sentía como si me estuviesen desconectando y a la vez conectando a algo.

—Tu cabello —murmuró Sebastian, abriendo los ojos como si vio algo de otra magia.

Adaline tomó su larga cabellera en sus manos y vio que de nuevo era su brillante rojo. Esto ya estaba raro, su pelo parecía que iba acorde a sus emociones, no podía controlar nada y se estaba hartando.

—Ha pasado últimamente —le comentó, volviéndolo a mirar—, desde aquel accidente, Seb.

Él miró al techo y resopló, para luego tomarla del brazo y llevarla a un sitio más apartado donde no lo puedan escuchar estudiantes desocupados. Se apoyaron en el alféizar de una ventana y él se cruzó de brazos.

—Soy todo oídos.

Adaline comenzó a contarle cada uno de sus sueños, cómo iniciaban y lo raro que eran algunos. Que por ratos un señor con rostro severo y malo, pero que compartía su mirada, aparecía en este, luego aquella Clarisse tan alegre y después una copia exacta a Adaline, pero completamente pelinegra en silla de ruedas y la pelirroja presentía que esa niña era la que gritaba en sus sueños a lo lejos.

—Está demasiado extraño —concordó Sebastian y Adaline lo vio aliviada, de que al fin le estuviera escuchando—. Entonces, ¿cuáles son tus conjeturas?