#8: Delegaciones y un Halloween divertido

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Este capítulo sí está más largo que los anteriores, pero igual es importante. En este, comparando con la versión inicial, sí agregamos POV de otros personajes y situaciones.

💫 🌙 💫

Semanas después

— ¡Jones! ¡Potter! Ya vienen las delegaciones de los colegios, por amor a Circe for.men.se —ordenó el profesor Longbottom, dándoles golpes con su varita en la cabeza de ambos.

Ellos solo se rieron aún más y se pusieron en sus posiciones. Todo el colegio estaba en el vestíbulo formado por orden de casas y de años, bien arreglados, vestidos y presentables. Había hasta chicas que fueron en zapatos de tacón, y ese era el caso de Dominique la cual en esos momentos se arrepentía de haberle seguido a Grace Finnigan en ir así. Le mataban los pies, no eran tan altos... Mentira, sí, pero en su defensa por alguna extraña razón nació con una estatura enana en comparación con el resto de las chicas promedio de su país, así que sus tacones eran muy altos.

— ¿Cuál colegio o institución viene primero? —Le preguntó a una compañera de atrás.

—Creo que van en orden alfabético, la verdad que ni idea...

— ¡Muy buenas noches y una cálida, aunque está helado, bienvenida a las delegaciones! —Sonó la voz amplificada de Martha Jordan.

Dominique movió hacia un lado la cabeza, pero era inútil porque aun así no podía ver nada de nada ya que la gente se aglomeraba. Los jefes de las casas hacían los posible para mantener algún orden, pero la curiosidad de los estudiantes era fuerte.

—Este es el Colegio Mágico Español: Arcos Blancos —anunció Martha Jordan—. Con su director el profesor Aries Cremades y una delegación de 50 estudiantes.

Al final el profesor Neville organizó a la casa de Gryffindor para que puedan ver a ese colegio pasar y colocarse en su puesto. Dominique codeó a su prima Rose (no tenía ni idea cómo la otra llegó hacia donde ella estaba, simplemente la vio a su lado) para señalarle con la cabeza a un grupo de españoles guapos que las veían.

—Te están viendo a ti —reconoció Rose.

—Mentira, si uno te está comiendo con la mirada —y eso hizo que su prima se sonrojara—. La pequeña Rosie coqueteando a tan temprana edad.

— ¿Disculpa? —Reclamó de repente James, quien nunca se cansaba de molestar.

—Que Rose acaba de darse miraditas con un españolito y eso no te importa, primito —dijo Dominique empujándolo hacia su puesto—. Shu.

—Tú solo vives para barajarme, engendro demoníaco —protestó James y la despeinó.

—Ya muévete —le ordenó al ver de rabillo que entraba otra delegación.

Seguían forjando hasta que alguien carraspeó a sus espaldas, reprimiendo un insulto ambos se voltearon una señora semigigante, muy elegante, exageradamente elegante en opinión de Dominique, los veía despectivamente. Pudo ver de reojo que McGonagall y la profesora Mayer los mataban con la mirada.

—Lo siento —se disculpó atropelladamente Dominique, y trató de acomodarse el cabello.

Si hubiera sido solo Maxime no le hubiera importado, pero atrás suyo había un montón de alumnos que la veían juiciosos. Desvió la cara y sentía que ésta ya era del color de su pelo, o más. Quiso asesinar a James al oír cómo esos malditos estirados de Beauxbatons se reían a sus espaldas.

Se cruzó de brazos y siguió presenciando la llegada de cada una de las delegaciones, de aquella Jornada sin sentido, la cual el gobierno solo la puso para desviar el ojo público de cosas más importantes, su familia estaba patas arriba porque algunos tenían cargos importantes en el Ministerio y en ese momento solo le escribían cartas para dar malas noticias, como que su tío se tuvo que ir a otra misión, su otro tío estaba teniendo reuniones a cada rato con autoridades. No entendía muy bien la gravedad, pero que su madre le esté escribiendo tanto ya era para preocuparse. Usualmente tenía mejor relación con su padre, no con ella.

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