#1: Bienvenidos a Hogwarts

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Hola, espero que les guste esta nueva versión del capítulo. Sí, aquí pusimos a Louis Weasley mayor que Dominique, nos parecía mejor para la trama. Los personajes principales quedan bien claros en este capítulo. 

🦁🦡🦅🐍

1 de septiembre de 2015

El otoño se veía a la vuelta de la esquina haciendo que Londres sea más frío de lo que era. En King Cross pasaban de poco a poco familias con carritos, cargando baúles, jaulas de lechuzas, gatos o sapos. ¿Raro, no? Sin embargo los muggles son ciegos y pocos perspicaces. A contraste de los grupos de familias, una niña de once años empujaba su carrito acompañada por nadie. Su cabello pelirrojo ondeaba en el aire y unas grandes gafas redondas disimulaban levemente sus ojos azules. Posiblemente se sintiera sola y triste, pero ella se encontraba radiante y parecía desenvolverse con naturalidad en King Cross.

—Entre 9 y 10, entre 9 y 10 —repetía caminando por los andenes.

Llegó a ellos y buscó algún muro, entre ellos, con mucha gente distraída o poca en sí, mas no andaba de suerte. Miró hacia arriba y jadeó al ver que el reloj marcaba las once menos diez. Entonces una familia le llamó la atención, un niño de su edad empujaba un carrito con un baúl y una jaula de lechuza. Se le ocurrió, pues, que si los seguía podía encontrar el sitio perfecto.

—Creo que aquí no hay muchos —mencionó la señora, que tenía el cabello de un pelirrojo fuego, casi igual al de su hija menor.

—Bien —dijo el señor, el cual imitaba a Adaline con unas gafas redondas, pero llevaba el pelo azabache.

La familia de cinco cruzó poco a poco el muro y a Adaline casi se le cae la mandíbula, ella ya sabía lo que iba a pasar pero presenciarlo fue muy sorprendente. Aprovechó la falta de muggles alrededor y corrió hacia el muro. Cerró los ojos fuertemente esperando un posible impacto, pero su carrito siguió rodando con ella. Los abrió al detenerse y presenció un andén diferente, el andén 9 y ¾. Una locomotora escarlata lanzaba humo y, como ella, magos y brujas, la mayoría menores, caminaban platicando con emoción de aquí para allá junto con sus familias. Sonrió resignada al ver esa escena, ella tuvo una familia y era muy feliz con sus padres, sin embargo hace un año habían fallecido en un accidente y le tocó quedarse a vivir con su tía paterna, la cual se tomó a demasiado asombro que ella sea bruja y sí quería acompañarla, pero su trabajo no le dio permiso y tenía que sacarse el aire trabajando por su única sobrina.

Sacudió la cabeza, no quería pensamientos tristes en ese día. Bajó su baúl y la jaula de su gato Azul Ruso, Léa, y se encaminó hacia el tren, total: mejor conseguir un compartimento vacío antes que el resto. Con un poco de dificultad logró subir su baúl y comenzó a jalarlo mientras buscaba un lugar ideal, a la mitad del tren lo consiguió y tras acomodar sus pertenencias se dejó caer en uno de sus asientos al lado de la ventana que daba al andén.

— ¡Sebastian! —Escuchó gritar a un hombre mayor, al cabo de cinco minutos de contemplar el andén—. Prométeme que te comportarás.

Un niño de aparentemente su edad, de cabello oscuro, alto para su edad y con porte elegante mezclado con diversión, soltó una carcajada y abrazó a dos niñas, una casi de su edad y otra mucho menor.

—Lo que digas, padre —ironizó el niño.

Solo vio que se subió al tren, seguido dentro de unos minutos por otro que lo reconoció como el que había visto antes de atravesar la barrera. Su cabello era casi negro como el de su papá, llevaba lentes y se notaba que su pelo era indomable, a diferencia del tal Sebastian este era casi bajito para su edad, mas ambos compartían esa sonrisa traviesa. Tal vez eran amigos, concluyó Adaline. El tren dio un silbido y la mayoría de los chicos, que no se habían subido al tren, se despidieron de sus parientes y corrieron al Expreso de Hogwarts.

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