•Capítulo 1

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Primera Misión del Capitán Schürenkämper. 

17 de junio del 2014.

Magnus

—Mi General, estoy llegando a la oficina de vigilancia—avisó a través del auricular mientras la puerta de la oficina está a dos metros.

—Procede a entrar, asesina al encargado y luego haz tu magia, Capitán—reparó la orden en mi cabeza para luego proceder a ejecutarla.

Para no alarmar a todo el piso le disparo con un silenciador al momento en que entré. 

Tecleo unos segundo el gran computador, y luego ya está todo en manos del hacker.

—Mi General, la orden fue ejecutada con éxito. La seguridad del edificio es suya.

—Muy bien, Capitán. Ahora ve a la octava planta, toma a un rehén, y prepárate para nuestras entrada.

Bajo por las escaleras de emergencia, por ahora no puedo ser visto, ya que aún nadie sabe que hemos tomado el edificio, usaremos el efecto sorpresa en la octava planta. 

Aún no salgo de la zona donde permanezco escondido. Visualizo mi objetivo, está de espaldas a mí.

«Me dará más ventaja»

Quito el silenciador al arma, y me preparó.

Salgo rápido disparando al techo. Por instinto todos gritan a la vez que se cubren. Me da ventaja de tomar a mi rehén por los hombros y separarla de su madre.

—Todos tranquilos—avisó al ver a los de seguridad apuntarme «son cinco en total»

—¡Suelta a la niña!—lo ignoró 

—Está mierda es un asaltó; así qué todos callados y cooperando.

La niña llora en mis brazos mientras su madre también lo hace desesperada.

—Bajen las armas caballeros, ustedes cooperan y yo coopero—ningúno se mueve, se creen con agallas.

—Déjame—susurra la mocosa por lo bajo.

«La verdad no quiero princesa, hueles muy bien»

—¡Suelta a la niña!—grita uno de los guardias mientras me sigue apuntando.

—Si ustedes bajan las armas.

—No lo haremos.

—Vamos, tienen dos opciones. Una bajan las armas y suelto a la niña. O dos me siguen apuntando y mueren—mientras habló hago la señal. 

El francotirador ejecuta a todos los de seguridad. Gritos se oyen por doquier. Mientras de la azotea bajan más miembros de mi organización, rompen los ventanales y entrar apuntando a todo los que tuvieron la decencia de hacer acto de presencia para nuestra visita.

—No llores niña.

—¿Cómo no quiere que lloré idiota?, ¿acaso no ve lo que pasa?—parece entre enojada y asustada, y a mí sólo me da ternura.

—Oh, claro que lo veo, el color carmín de la sangre es algo macabro pero también divertido de ver—le susurró al oído y puedo sentir como tiembla.

—Eres un monstruo.

—Camina, me caíste bien, así que no voy a dejarte en medio de la masacre que armarán los verdaderos monstruos.

Aún no le he visto el rostro, pero puedo percibir lo aterrada que está.

—Capitán, puede soltar a la rehén—el General Mayor Máximus Schürenkämper hace acto de presencia mirándome, y hablándome por el auricular desde lo más alto del edificio vecino.

TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora