DIECIOCHO

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El tiempo avanza.

Avanza sin parar, como un tren a toda marcha, como un auto sin frenos, realmente avanza y avanza y ni siquiera voltea hacia atrás para darse cuenta de sus vestigios. El tiempo al igual que todo, pasa, pasa, como lo hace la primavera o como todas las estaciones, como lo hacen los momentos, los sentimientos y tambien las personas, todo pasa, por algo pasa. El día de hoy Félix sabía que su tiempo de felicidad se había agotado, la última semana que estaría ahí por voluntad había llegado a su fin y era momento de partir sin mirar atras.

El reportaje lo había terminado de narrar, aquel audio que grabó en el coche de Changbin se había guardado en su celular y el archivo estaba resguardado en tres cuentas distintas por si se borraba, solo faltaba una que otra cosa de redacción y ya, terminaba su trabajo ahí, por fin saboreaba la Gloria, la fórmula 1 sería suya, su sueño estaba cumpliéndose de una u otra forma. Sin embargo, algo no se sentía bien en lo absoluto, no podía sentirse pleno, alegre o siquiera emocionado para recibir dicho puesto que tanto creyó merecer. Se sentía como una arpía, creyó que había jugado sucio al conseguir esa información. Se sentía casi sin moral al pensar en dicho suceso, pues había actuado mal, había dicho mentiras a Changbin y aunque no era lo mismo que hizo su ex, de cierta forma la traición ahí estaba.

En defensa de Félix jamás creyó que algo creciera dentro de su pecho al mencionarle a Changbin, no creyo que su corazón latiera loco y la respiración se le perdiera al verlo, no espero que Changbin tu idea un sonrisa preciosa y unos ojos brillantes, tampoco creyó que besara tan bien y que fuera como una masita. Félix en un intento desesperado de quitarse culpas, culpo a Changbin, Changbin por ser tan guapo, Changbin por ser tan inteligente, Changbin por ser tan amable, tan amigable, tan fácil de querer, tan... Él. Changbin era aquel que le estaba robando el sueño, el aliente y el corazón sin siquiera pensarlo demasiado, Changbin se estaba convirtiéndo en aquel despertar de cada día, el motivo para vencer a las gallinas malvadas, Changbin, quien le enseño a manejar en una noche, quien le abrió las puerta de su casa, Changbin, quien lo abrazo en las madrugadas nevosas, Changbin, quien coloco el árbol navideño con emoción en la mañana sorprendiendo a ambos chicos, Changbin, quien era un desastre en la cocina, quien amaba a sus mascotas, Changbin, el chico que le abrió las puertas de su corazón, Changbin, el chico que irremediablemente había enamorado a Félix.

Félix ya no podía negarlo, había caído sin ninguna oposición, se había enamorado de Changbin y era completamente obvio que lo haría, era todo su tipo, era atento, amable, gracioso, trabajador, perspicaz, guapo, alegre y muchísimas cosas más, Changbin era la pareja ideal de cualquier persona, nadie podía resistirse a él y era obvio que Félix tampoco lo haría, nunca puso resistencia a hacerlo, porque realmente sentía que Changbin era de aquellas personas que valen completamente la pena entregarle el corazón.

El problema aquí era el estúpido y significante tema de los secretos. Félix siempre fue un profesional en su trabajo, amaba como nunca el sentir la verdad de las personas, amaba entrevistar a deportistas, escribir un trabajo bien hecho y sobre todo, amaba como nunca lo apasionado que es vivir. La vida de los deportistas es constantemente un cambio, pero la pasión de hacer lo que aman es lo que marca su disciplina. Félix sabía también de disciplina, sabía que su trabajo en ese momento salvaría el nombre de Changbin y eso le alegraba como nunca, el problema era que... Había mentido.

Changbin al ser un chico que anteriormente perdió todo, con facilidad podía tener un corazón duro como el acero, sin embargo, este mismo mostró que no era así, mostró que en su corazón había calidez y en su calidez una acogedora sonrisa, Changbin tenía un sueño que se frustró por una maldita persona y ahora, por fin, estaba saliendo de las cenizas en las que se cubrió. Changbin no sabía si lo que ahora alojaba su pecho era amor. Sin embargo, la sensación burbujeante, las sonrisas estúpidas y los besos necesitados de la mañana podían demostrar que había algo, que algo ya existía entre ellos.

Fast Runner (Changlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora