TRECE

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El día estaba por primera vez sin nieve cayendo del cielo, era un día bonito de un invierno frío mientras el conteo navideño estaba sucediendo, era una mañana tranquila, todo pintaba tan bien para ser invierno y la vida parecía estar en vo.olrto orden, sin ningún problema.

El viaje de Chan llegó a su poderoso destino cerca de las doce del día. El clima era frío, más de lo que hacía en la capital del país, había nieve en el suelo y el paisaje lucía de un blanco tan puro que incluso lastimaba un poco los ojos, más porque Chan apenas despertó llegando y llevaba un tiempo sin ver nada de nieve, al parecer aunque era el mismo país, el clima era una completa locura.

Bajo contentó y con solo una pequeña maleta, en fin mucho tiempo no se quedarían ahí, hoy mismo estaba planeado el viaje de regreso, regresaron ambos sanos y salvos, así no recibiría una paliza de parte de Jisung. Dentro de la estación no había ni un alma, nadie, ni siquiera por accidente, era un poco tétrico, parecía un backroom o algo así de espeluznante. No había nadie cerca, solo casi por la salida había humo que provenía de un cigarro recien apagado, todo parecía bien en ese momento, Chan diría que le dió miedo tanta soledad, pero la verdad era que no, el miedo era algo que no conocía y estaba tan a gusto de estar en un lugar donde no hubiera ningun aficionado suyo. No es que su público le molestará, no, amaba a sus fans y seguidores, pero a veces era molesto no poder tomar ni siquiera el desayuno en paz, sin tener a alguien tras de él; Chan sabía que a veces necesitaba su espacio y en el mundo que se manejaba era muy díficil conseguirlo.

Salió de la estación con la sorpresa de ver un camino largo, blanco y sin signos de ser utilizado, no por lo menos en los últimos cuarenta minutos, Chan no sabía siquiera donde se encontraba su amigo, pero ahí estaba, usando las piernas en la nieve y caminando un camino largo que parecía no tener fin, ni casas cerca.

Para suerte de Chan, a pesar de la lejanía que se avecinaba, un chico del pueblo le acerco al lugar donde los hermanos Seo se alojaban, de forma muy amable paro su camioneta y le ofreció un viaje.

"- Hey, amigo, ¿Quieres un viaje?- Chan detuvo su camino y decidió preguntar.

-Hola, amigo. ¿Disculpa, queda muy lejos la casa de Seo Changbin?-el chico amable asintió.

- a pie vas a tardar muchísimo - explicó.

-Bien, acepto el viaje- no espero más para treparse al auto de un desconocido"

Chan preguntó por la casa Seo porque ahí estaba cierta persona llena de misterio que lo llevo hasta ahí, por ende, Felix estaría ahí, eso era simple logica, esperaba que estuviera sano y salvo porque de lo contrario se volvería loco ahí mismo y terminaría con todo el pueblo. Casi no hablaron en el camino, el chico de la camioneta lo dejó a cinco minutos de la morada de los Seo porque absolutamente ningún auto podría acercarse por ahí, era una ley basica, solo el único auto que podría acercarse a la casa era la camioneta vieja y fea de Jeongin, de lo contrario, todo mundo no sabría el alcance del misterioso dueño de ahí, Chan quiso preguntar porque, pero el chico amable jamás le dió una respuesta a su pregunta. Trato de investigar todo lo posible, pero el hombre jamás volvió a promocionar nada de ellos, a menos nada informativo.

--- Bueno, muchas gracias por el viaje--- Bajó de la camioneta y antes de cerrar la puerta, el chico le sonrió y timiadamente le extendió un plumón.

--- Me podrías dar tu autografo, soy gran fan tuyo y mi hijo también--- Chan asintió con una enorme sonrisa, tomó el plumón y firmó la guantera. Bien, quiza no paso desapercibido, pero era normal, era normal porque era el futbolista más famoso de todo el maldito pais, jamás pasaría desapercibido. A parte el chico había sido muy amable con él, aparte de eso respetuoso y jamás le puso incómodo.--- Gracias, muchas gracias, mi hijo estara muy feliz.

Fast Runner (Changlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora