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20 años después.

Sentirse fuera de lugar es bastante común, es ese momento donde olvidas que eres parte de una comunidad y el mundo cierne tu individualidad.

Es perder el sentido de realidad por unos segundos y llegar a la única conclusión inevitable.

Soledad.

Y no es que estuviera realmente solo, el tren en el que iba de regreso a su casa, estaba repleto de gente, era ruidoso, pero ahogado. Y en la ventana solo podía ver el negro del túnel.

Fuera de lugar.

Como si no perteneciera.

Fue un periodo de asimilación, luego, como si su burbuja estallara, regresó para darse cuenta que estaba llegando a su parada. Y el mundo seguía siendo el mundo.

Y él seguía siendo él.

Pero había ansiedad. El sentimiento de estar perdiéndose algo.

Sus ojos opacos se deslizaron brevemente sobre las cabezas de los jóvenes estudiantes que regresaban a sus casas, de trabajadores con trajes ajustados.

Y era absurdo.

El tren se detuvo, fue repentino. Sesshomaru tuvo que aferrarse al tubo para no caer sobre otras personas, otras personas hicieron lo mismo; y otras no alcanzaron y cayeron de bruces.

Las luces se apagaron y los chillidos de personas asustadas sonaron.

La ventana frente a sesshomaru, que estaba de espaldas a la silla paralela, era sombría, él se llenó de un sentimiento ominoso. Como si algo empezara a asomarse por la ventana, amenazando con romper el vidrio y atacar.

No tenía miedo. Porque era imposible que pasara.

Las luces volvieron a encenderse y la voz nerviosa del conductor habló.

-Lamentamos el repentino incidente, nos vimos en la obligación de detenernos por un aviso de obstrucción en la vía. Reanudaremos operaciones en unos minutos. Tengan paciencia. Lo sentimos.

Suspiros y comentarios despectivos fueron dados después.

No debería haber obstrucciones en la vía, no se supone. A menos que...

Suicidio.

En la actualidad, nadie sería empático por un suicidio en las vías del tren.

Sesshomaru estaba harto.

La vida de una persona dejaba de ser importante cuando sólo quedaba la cáscara vacía y sin vida, nada más que un cuerpo frío en descomposición.

Parpadeó sin prisa mirando la ventana que empezaba a iluminarse con las luces de la ciudad, la noche era especialmente fría los inviernos. Por suerte, Sesshomaru tenía un abrigo bastante robusto.

Salió tranquilamente de la estación junto a una gran cantidad de personas que regresaban afanados a sus casas. Fue un camino tranquilo y vacío a la casa de su familia, de camino, pasó por una tienda de conveniencia y compró algunas golosinas para él, sus hermanas, su madre y su abuelo.

Estuvo caminando bajo las luces de los faroles, por el largo trayecto hacia las escaleras del templo familiar y las subió de dos en dos aprovechando el largo de sus piernas.

-Regresé -dijo suavemente al abrir la puerta y empezar a quitarse los zapatos.

-¡Oh, Sesshomaru! -. Se asomó por la entrada su madre saludando-. Bienvenido. ¿Quieres comer?

Sesshomaru asintió con una breve sonrisa antes de subir las escaleras para dejar su mochila. Necesitaba un baño relajante para librarse del tedio del día.

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⏰ Última actualización: Apr 16 ⏰

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