CAPÍTULO 10: Buenas noches, Barb.

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Subimos al elevador sin despegar las manos uno del otro. Steel sostiene mi cintura con fiereza mientras me estampa en la pared del elevador, acorralándome. Mis manos yacen entrelazadas en su nuca y mi cuerpo reacciona a cada caricia que esparce sobre mí.

Lame mi labio inferior y lo muerde con deseo, sus manos bajan hasta mis muslos y vuelven a subir lentamente dejando un rastro de cosquilleo tras ellos. Las puertas del elevador se abren en la suite presidencial y Steel no lo duda ni un momento cuando vuelve a tomar mis piernas por los muslos, impulsándome hasta que enredo mis piernas en su cintura. Camina conmigo en brazos hasta situarme encima del escritorio que hay en su habitación.

Los besos apasionados, las caricias que queman en mi piel y el deseo que emana de ambos me tienen impaciente a sentirlo dentro de mí. Es como si mi cuerpo quisiera aún más cercanía de su parte cuando ya no queda más espacio entre nosotros. Abro las piernas para que él se posicione entre ellas, lo cual hace de inmediato. Mis manos viajan por sus hombros, bíceps y pecho hasta llegar a su abdomen firme. Desabotono su camisa y la retiro de su cuerpo de un tirón.

Mi mandíbula se descuelga y ahogo un suspiro al detallar el cuerpo de modelo que tengo en frente, paso mi mano por la que parece una tablilla de chocolate. Exquisito chocolate bronceado. Siento como se estremece ante mi tacto dando rienda suelta a mi lujuria.

Sus labios se despegan de los míos, bajando lentamente por mi cuello, besa mi clavícula y el borde de mis pechos, gruñe de una manera tan sensual que pone alerta cada terminación nerviosa en mí. Esto es demasiado, demasiado placer del que he sentido... nunca. Solo con besos y caricias me ha hecho experimentar más placer y excitación que cualquier acto sexual del pasado.

Al verse impedido en su labor de besar cada parte de mi cuerpo, por el sostén de mi bikini, lo toma con una mano y lo arranca de un tirón sin mayor dificultad, dejando mis pechos libres. Se separa de mí y me mira con total adoración.

– ¡joder! Eres perfecta – musita antes de atrapar nuevamente mis labios con los suyos.

Masajea mis pechos con ambas manos con suavidad arrancándome un gemido. Decidida, bajo mis manos hasta el borde de su pantalón y lo desabrocho en un movimiento rápido. Justo cuando toco su enorme erección que me deja perpleja por el tamaño que palpo, su mano envuelve mi muñeca y para de besarme.

Mis ojos siguen cerrados y mi boca, hinchada de tanto besar, permanece entreabierta, esperando por él. Cuando me doy cuenta que no me besará más, abro los ojos, desconcertada.

– ¿Qué sucede? – pregunto agitada mientras le acaricio el pecho.

Lo miro y descubro en el profundo negro de sus ojos un deseo que jamás había visto, aunque también noto su intento por suprimirlo.

¿Habrá visto algo en mí que no le gustó?

Tal vez se arrepiente de estar conmigo y me dirá que me marche. No debí mostrarme sin filtros a alguien como él.

Mis inseguridades comienzan a aparecer y me cubro con el brazo el área desnuda. Steel nota el cambio y pega su frente con la mía, dándome un ligero beso en los labios. Retira mi brazo para descubrirme nuevamente.

– No te cubras, no para mí. – dice aun agitado – Eres perfecta, solo que... – hace una pausa y cierra los ojos sin despegar su frente de la mía – Así no es como he imaginado que sería.

¿Qué?

Así que si imaginaba que sucedería estando en el bar conmigo. Y yo suprimiendo mis ganas de aventarme por no lucir desesperada o por miedo a mal interpretar la situación.

INMINENTE ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora