CAPÍTULO 2: SUEGRA DEL DEMONIO

3 0 0
                                    


El sonido de la alarma interrumpe mi pacífico sueño y estoy tentada a matar a Liam por olvidar desactivarla. Me quejo y me remuevo entre las sábanas.

– ¡Apaga esa cosa! – cubro mi cabeza con la almohada –. Es sábado y quiero dormir hasta medio día.

Lo escucho reír y dar vueltas por mi habitación seguramente buscando su ropa.

– Siento arruinar tus planes, pero hoy almorzaremos con mi madre ¿Recuerdas?

Como olvidar la cita con la bruja juzgona que tengo por suegra.

– Puedes decirle que me siento mal. O que me morí. Seguro eso le alegra el almuerzo.

Liam me mira con mala cara mientras se acerca a mi que me niego a desprenderme del calor de mi cama.

– Se buena con mi madre, Liv – besa mi mejilla –. Solo quiere lo mejor para mí.

La madre de Liam es una señora frustrada la cual tuvo que soportar a un marido infiel e irresponsable, en nombre del amor y la estabilidad para su hijo. Se refugió en la religión y el fanatismo para justificar las acciones de su esposo. "No era él quien decidió hacernos daño, eran los demonios que habitaban en su cuerpo". Dijo una vez y casi escupo lo que estaba bebiendo por semejantes palabras.

Liam creció muy unido a ella ante la ausencia de su padre y tomó el rol de jefe de familia. Es la fecha en que no logra cortar el cordón umbilical al grado de seguir viviendo con ella a sus 27 años. La señora Laila Walker no acepta que le arrebaten a su bebé así que cada vez que me ve no repara en hacer comentarios sobre mi forma de vida o de la mujer que su hijo merece según la biblia y lo mucho que me falta para llegar a serlo.

La detesto.

Me giro hacia Liam, le doy un beso rápido en los labios y le sonrío con cariño.

– Por ti la soporto el tiempo que sea necesario – miento para poner paz entre nosotros.

Me vuelve a besar y nuestros cuerpos desnudos reaccionan al contacto, sumergiéndonos en el sexo mañanero y después a sexo en la regadera. Como siempre, logro llegar al clímax, pero no al orgasmo arrasador que te hace perder la cordura.

– Saldré con Oliver esta noche – avisa mientras se abrocha sus jeans oscuros.

Estoy terminando de peinar mi cabello frente al espejo y lo miro a través del reflejo.

– También saldré con las chicas. Leah me recogerá y seguramente Emily y Cam me traerán de vuelta.

Liam resopla y me mira con mala cara.

– Sabes lo que opino de que salgas con ese par, específicamente con Leah. – Su tono de reclamo me pone a la defensiva.

– Lo sé y te he dicho miles de veces que no me interesa lo que opines de mis amigas, específicamente de mi hermana. – Reviro y lo fulmino con la mirada a través del espejo.

– ¿Ves cómo nunca respetas mi opinión? – su tono dolido me exaspera –. No puedo pasar ni una noche en paz con mis amigos sin preocuparme por lo que estarás haciendo o como te estarás poniendo en riesgo.

Decido no decir nada más. Este tema lo hemos tocado miles de veces y si sigo la discusión, terminaremos peleando hasta llegar al punto en el que me desespero y cedo a no ir a ningún lado para tranquilizarlo.

No le voy a dar el gusto esta vez.

Reparo mi vestimenta en el espejo y me lanzo un beso. Me gusta cómo me veo. Llevo unos vaqueros azul marino a la cintura, muy ajustados que resaltan mis piernas largas y mi grande trasero, herencia de mi sagrada madre, un top negro de tirantes que llega por encima de la cintura y zapatillas de tacón negras de punta en pico. Dejé que mi cabello negro enmarque mi rostro y no me maquillé, mis pestañas rizadas y negras hacen el trabajo más sencillo en esa área.

INMINENTE ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora