CAPÍTULO 4: PUNTO FINAL

1 0 0
                                    

El timbre de mi apartamento me distrae de mi nueva meta: acabar con el helado de choco menta que tengo en mis piernas. A regaña dientes me deshago de mi suave frazada y dejo el sillón en donde estaba a punto de fusionarme y hacernos uno mismo. Miro por la cámara digital conectada al timbre y veo a Liam detrás de la puerta, vestido con un traje café y camisa blanca, justo como viste para ir a la oficina. Luce radiante y perfectamente peinado. Hago mohín cuando noto el contraste de su pulcredad a mi actual apariencia.

Si, no he visto a mi novio de dos años desde que salí con las chicas, he pasado por una desestabilidad que me debería hacer correr a sus brazos en búsqueda de contención y lo primero que pienso al verlo es que se ve pulcro y yo no. ¡Ah! El amor.

Desearía poder decir que lo extraño, aunque no es así. La sensación de vacío que experimento por nuestra ruptura es por algo diferente y mucho más complejo que un corazón roto. Esa revelación fue la que me impulsó a decidir que esta vez la ruptura iba en serio.

Abro la puerta sin molestarme en cambiar mis pantalones cortos de algodón y mi top blanco con el que he vestido desde ayer que llegué a casa después de renunciar. Apoyo mi cuerpo en el marco de la puerta con los brazos cruzados mirándolo con el mismo recelo que él lo hace conmigo.

Uno ya no se puede hundir en su miseria sin que lo molesten.

– ¿Qué te trae por aquí, Liam? – escupo con cinismo.

Su expresión se oscurece, ofendido por, tal vez no encontrarme hecha un mar de lágrimas. El tener tan convencida este tipo de pensamientos me hace querer arrancarme las neuronas que creyeron una buena idea aferrarme tanto a alguien como Liam.

– Tal vez el hecho de que no respondes mis llamadas o mis mensajes y ahora ¿Renuncias? ¿En serio creíste que esa era la mejor solución? – pregunta, molesto. Sisea una maldición al verme inmóvil y se pasa una mano por el rostro tan hastiado que cualquiera podría jurar que soy yo quien lo ha irrumpido a él en su casa para molestarlo –. Debes poner pausa a esta actitud, Olivia. Todo te molesta, nada te es suficiente. Actúas como si no fueras feliz.

La risa maniaca que suelto logra su cometido cuando Liam palidece.

– Será tal vez porque ¡No soy feliz! – espeto girándome hacia mi apartamento con él detrás de mí, pisándome los talones.

Conforme las palabras salen de mi boca, el nudo que he sentido en el pecho por tanto tiempo comienza a aflojarse dejándome respirar al fin así que me permito esta última discusión para desahogarme. Quien sabe, tal vez y Liam también necesite de esto para darse cuenta lo malos que somos juntos.

– Tu sola saboteas tu felicidad, Liv. – dice rendido, siguiéndome por la habitación en la que camino en círculos. – Tienes la vida perfecta, el trabajo perfecto, el noviazgo perfecto ¡Cualquiera quisiera tu vida y tú la estas tirando por la borda!

– ¡No quiero algo perfecto ante la gente! – gruño desesperada – Quiero algo real, algo que me haga sentir realmente feliz, por imperfecto que esto sea – me dejo caer sobre el sofá de la sala, mirando mis manos – ¿De qué me sirve el trabajo con sueldo perfecto y renombre si mis logros son demeritados por ser mujer y mis victorias son adjudicadas a alguien más? ¿De qué me sirve el novio perfecto ante la sociedad si vive recalcando mis errores y exigiéndome que cambie todo el jodido tiempo?

Presiono mis parpados con las manos para evitar que las lágrimas salgan. No miro a Liam, pero sé que él esta atento a cada uno de mis movimientos.

– No sé qué te metieron en la cabeza tus amigas, Olivia, pero todo lo que hago, lo hago pensando en los dos, en nuestro futuro como pareja – dice poniéndose de cuclillas frente a mí con sus manos sobre mis rodillas. Su mirada me quema, aunque no hago contacto visual y sé que está poniendo esa cara de cachorro recién regañado –. Cariño, aun no es demasiado tarde, podemos solucionar lo nuestro, volver a lo que éramos. Hablaré con Arthur para que pase por alto tu arrebato y te de una segunda oportunidad.

INMINENTE ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora