XIII

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Álvaro había intentado declarar su amor, y aunque no tuvo éxito por su propia idiotez y nerviosismo , al menos lo intentó. Reposó la cabeza en el asiento del auto, solo, con la mirada perdida en el techo del vehículo. No había razón alguna para ello, solo era un intento de no hundirse en su propia depresión. El tarro que representaba su esperanza y amor se vaciaba lentamente, amenazando con dejar el vaso completamente seco. Quizás lo mejor sería descansar en lugar de pensar en puras weas .

Yacía solo en el asiento, esperando a los dos hermanos que probablemente nunca llegarían. Una amargura y un peso insoportables se asentaban en su pecho, más emocionales que físicos, pero igualmente dolorosos.

La mirada de Álvaro se desvió hacia el frente, posándose sobre una foto mediana encima del guantero. Parecía ser un DNI de alguno de los miembros de la banda, y por caprichos del destino, el destinatario era él mismo... Y justo era una foto de Francisco. Era una coincidencia, sin duda. La imagen mostraba a Francisco serio, con gafas y su cabello azabache suelto. Sorprendentemente, la foto para un documento gubernamental "importante" le favorecía, a diferencia de la mayoría de las personas.

"Qué guapo y perfecto..." pensó Álvaro, sintiendo un calor y una humedad en la piel al detallar la foto.

Deseaba guardarla, y aunque sabía que estaría mal tomarla sin permiso, la tentación era demasiado grande. Sin darle mucha importancia, dobló la fotografía y la escondió en su bolsillo trasero, pensando en pegarla en algún lugar de su apartamento, en una libreta o guardarla para uso personal, aunque esta última opción le parecía algo depravada y desubicada.

Después de "tomar prestada" la fotografía, Álvaro cambió de tema, tratando de distraerse de sus acciones recientes. Sus pensamientos oscilaban entre la culpa y la emoción de tener un pedazo de Francisco consigo, aunque fuera en forma de una fotografía robada.

Álvaro hurgó nuevamente en el guantero, sus dedos buscaban con ansiedad el reproductor de sonido. Al encontrarlo, lo colocó con un gesto casi ceremonial, esperando que las notas que pronto inundarían el espacio confinado del automóvil le brindaran un instante de paz en su existencia, que a menudo le resultaba tan abrumadoramente miserable.

-¿Cuánto más van a tardar estos inútiles? -susurró con una mezcla de impaciencia y resignación, observando a través de la ventana del automóvil. La nada se extendía ante sus ojos, y estaba casi convencido de que sus compañeros se habían demorado en alguna distracción en algún lugar de emprender ya la marcha.

Imaginó que tal vez se habían entretenido en un partido de vóley o cualquier deporte que pudieran practicar sin él. Aunque Álvaro no destacaba en actividades físicas, junto a Francisco se mataría al máximo para impresionarlo, para no quedar como un idiota de pacotilla.

Al girar la cabeza, su mirada se encontró con la de Francisco y Mauricio, quienes se hallaban justo fuera de la ventana, con expresiones de evidente fastidio.

-Álvaro, ábrenos. Hemos estado aquí parados durante cuatro minutos exactos -articuló Francisco con un tono que denotaba su irritación, mientras golpeaba el vidrio con los nudillos. Mauricio, situado detrás de él parecía compartir su molestia.

-Perdón... -se apresuró Álvaro, abriendo la puerta trasera y luego la del conductor con movimientos torpes y apresurados.

Una vez dentro del vehículo, los dos hombres exhalaron un suspiro colectivo, aliviados de dejar atrás el calor abrasador del exterior. Mauricio se desplomó en el asiento trasero, mientras Francisco se acomodó en el puesto del conductor, listo para tomar el control del vehículo.

-¿Qué estuvieron haciendo que se tardaron tanto? -inquirió Álvaro, no pudiendo ocultar su curiosidad.

-nos levantamos preguntones, ¿no es así? Solo fuimos a sacar provecho de las cortesías de la posada. Ahora tenemos medialunas para todo el estudio -respondió Francisco, su voz aún cargada de esa irritación anterior, aunque no por ello menos honesta.

-mentira, se las robamos a esa vieja de la recepción cuando estaba distraída-intervino Mauricio.

-cállate la puta boca Mauricio, por favor -contesto molesto pero de un tono cómico, era normal que se trataran así que no se ofenden tan rápido.

-bueno ya, señorito robador de ancianas indefensas... - rio de forma burlona tapándose levemente la boca con su mano, con robador de ancianas se refería a las medialunas, valio la pena haberselas robado igual.

Lo que Álvaro encontraba más adorable de mauricio era su optimismo y su capacidad para encontrar la felicidad incluso en las circunstancias más adversas o sacarle lo cómico . A veces, mauricio podía parecer cabizbajo, pero esa nube de tristeza se disipaba rápidamente cada vez que estaba junto a Álvaro. Su sonrisa era ligeramente contagiosa, y aunque Álvaro no siempre compartía ese mismo espíritu alegre, se encontró devolviéndole la sonrisa, como si fuera un acto reflejo, un deber que cumplía sin cuestionar, no se sentía del todo cómodo a pesar de todo.

Francisco prendió el carro y arranco con rapidez el automóvil ya adentrándose en la adversa carretera.

-¡para weón!. ¿No sabes manejar o que?- grito mauricio tratando de retarlo.

-si yo manejo mal... hazlo tu pues...- volteo rápido contrarrestando la reta ¿Hoy tenían ganas de pelear?

-lo haría mejor que tú, lo más probable es que terminemos muertos en un barranco si tu sigues manejando, cabron- dió una patada en el asiento del conductor con fuerza.

Álvaro solo se quedó estático mirando hacia el frente sin comunicar ningúna palabra, estaba confundido, se estaban peleando de broma o de verdad, de los dos modos era incómodo para el moreno.

-mejor así, para que en mi puta vida vuelva a escuchar tu chillona voz, traga leche.

Mauricio ofendido aflojando un poco su mandíbula busco en su mente un insulto más fuerte- por lo menos yo acepto que me gusta, maricon enclosetao.

-bueno vete chupar pene solo malparido, pero que te quede claro que yo no soy un maricon como tu.- pego un frenazo tan fuerte que todos se movieron hacia el frente.

Todos se quedaron callados mirándose entre si.

Álvaro dió un grito ahogado de pura molestia-dios mío... Déjense de gritarse como perros con rabia.

"alvaro cállate" un grito colectivo de los dos hermanos sonó por todo el automóvil, ya estaban llegando a su destino pero el intervalo de la "pelea" se estaba complicando.

-de tanto pelear ya llegamos al estudio -señalo al frente claramente molesto.

El estudio de grabación estaba en frente del parabrisas cuando Francisco freno, tenían suerte que era el estacionamiento del estudio y no un barranco, cuando se calmaron las aguas en el ambiente.

-pucha disculpa por decirte traga leche Mauri aunque lo eres pero igual perdón...-agarro la llave del carro y lo apago y siguiente a esto volteo la vista.

-tranquilo no pasa nada maricon- le dió unas palmadas en el hombros marcando que todo estaba bien.

¿Porque se estaban peleando? Fácil, estaban súper de mal humor y un solo error lo hacían sacar de sus casillas, al principio era una simple pelea echa en fan de bromear pero se descarrilo a los insultos mas originales que encontraron

Su relación como hermanos... Era muy buena a pesar de la adversidad y las peleas, su trabajo en duo era esencial para el grupo musical, y esa secuencia se rompia, se rompia todo el circulo visioso de canciones buenas del grupo.

Después de esa mini disculpa se bajaron en grupo del automóvil y fueron a la puerta del estudio.





















Nota:

Disculpa si no subo los capítulos a tiempo... No tengo casi tiempo de escribir junto al voleibol, los estudios, y mis clases de guitarra, casi no puedo hacer capítulos interesantes.

Aunque estos capitulos son de relleno o para desarrollar un poco la relación entre los personajes. Son lo mejor que pude hacer.

Son las 6 de la mañana ahora que voy a subir esto...

El paseo de tus mismas lágrimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora