V
Ya habían pasado varias semanas desde que habían llegado los invitados al castillo, y las interacciones que habían tenido los hermanos Shostakóvich con los mismos, se habían tornado un tanto interesantes. El emperador no había dejado de observar con meticulosidad a cada joven que se paseaba por los pasillos de su hogar, definiendo bien sus perspectivas respecto a cada persona, ya que desde la última vez que los había visto y tratado formalmente, había sido en una merienda que había planeado con y para todos. Sin embargo, creía que ya había concurrido un buen tiempo para poder escuchar con formalidad las opiniones que tenían sus nietos respecto a todos los presentes, para también ver la posibilidad de ir descartando candidatos y candidatas, para hacerlos volver a su hogar lo más pronto que se pudiera.
—Buenos días, abuelo —saludó Conan, haciendo una pequeña reverencia al entrar a la sala de reuniones en la que se encontraba esperándolos.
—Buenos días... —saludó con seriedad Fallon, entrando detrás de su hermano.
Se sentía agradecida de que Crassus los había convocado a una reunión para hablar acerca de todos los invitados y la actividad que había planeado. Ella ya le había dicho con anterioridad, cuando todo comenzó, que estaba en contra de lo que se estaba realizando, y lo que había ocurrido durante esta última semana después de tener algunos encuentros con los lords, pudo confirmar, que una vez más, tuvo la razón. Había odiado la mayoría de las charlas que tuvo, nunca dejaba de sorprenderse de la mala manera respecto a todos los inquilinos. Desde su punto de vista, no había ni una sola esperanza en ninguno de ellos. Tanto hombres como mujeres tenían que trabajar de manera ardua para pulirse en variados aspectos, si algún día querían ser parte de la familia Shostakóvich. Nunca mantuvo viva alguna ilusión o esperanza sobre ellos, y a pesar de eso no pudo evitar sentirse decepcionada. Muy en su interior, quería que alguien la hiciera cambiar de pensamiento, y demostrarle que, en realidad, estaba equivocada, sin embargo, nada de eso había sucedido, y no tenía la confianza de que eso pudiera suceder.
Por otro lado, Fiorella también iba detrás de su hermana. No sentía que tuviera algo relevante que aportar a la reunión, debido a que solían ser sus hermanos mayores los que movían las cosas por la corona; sin embargo, eso no hacía que dejara de lado su gusto por asistir a las reuniones, además de que no tenía nada más que hacer, aunque, en realidad no importaba si fuera así, tendría que estar presente de todas maneras.
—Abuelo... Hermanos —mencionó a modo de saludo, con una sonrisa —. ¿Sabían que los planetas se alinearon ayer?
El último en entrar a la sala, fue Connor. No se sentía del todo cómodo asistiendo a la plática, a que sabía que el tema se concentraría en el diálogo entre su melliza Fallon, Conan, y el zar, sin embargo, se suponía que su presencia era lo más "políticamente correcto", pero ya se sentía acostumbrado a eso, así que no se molestaba mucho.
—Desconocía de ese suceso astronómico —respondió el abuelo a su nieta menor —. Sin embargo, gracias a todos por venir a esta reunión. La causa principal de nuestro encuentro, es porque quiere escuchar y conocer sus perspectivas respecto a los invitados que tenemos en el castillo. Esencialmente porque cuando tuve el evento con todos, quedé algo... confundido. ¿Cómo han marchado las cosas? ¿Qué piensan de ellos? —. La mirada del zar fue a dar a un rubio de cabellos largos, sentado al fondo de la mesa —. Connor —le llamó —, ¿cómo fue esta última semana para ti? Platícanos sobre las señoritas con las que has estado tratando, por favor.
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El Juego del Emperador
Ficção Histórica¿Cómo se puede comenzar a describir esto? La Quinta Guerra Mundial llegó y con ello, el país de Pillisen cayó en manos de los rusos, siendo controlados por una poderosa familia de apellido Shostakóvich, los cuales se convirtieron en los gobernantes...