ENZO.-¡Joder! -exclamé.
¡Mi primer día y ya llegaba tarde! ¡Juré pasar desapercibido, pero qué ilusión tan fugaz! ¿Dónde demonios estaba mi tía? ¿Y por qué no me había despertado?
Cogí rápido el uniforme, que descansaba sobre la silla del escritorio, y me fui corriendo a la cocina.
En la isleta, reposaba un tazón de cereales junto a una nota. Me aproximé y, al leerla, todo cobró sentido.
"Lo siento por no haberte avisado, han surgido unos problemas en la empresa. Desayuna y mucha suerte en tu primer día. Besos, Val"
-Creo que la suerte no está de mi lado, tía. -contesté para mí mismo.
Eran las 08:45 y las clases empezaban a en punto, no me daba tiempo desayunar. Cogí la mochila, y me marché del ático corriendo por las escaleras, no tenía tiempo de esperar el ascensor.
Después de casi romperme la cabeza por las escaleras, pedí un taxi.
Casi al llegar, aún en el taxi, comprendí que no aceptaba pago con tarjeta y no llevaba efectivo conmigo. ¿Cómo coño le iba a pagar? No me lo pensé mucho, salí corriendo del coche, faltaba 1 minuto.
Corriendo atravesaba los árboles que rodeaban el camino a la entrada, y caí en la cuenta de que no sabía ni cuál era mi maldita clase. ¿Podría ir a peor? Asimilé que de nada serviría correr, tenía que preguntarle el aula a la conserje, llegaría tarde de todos modos.
Al abrir la puerta del aula "103", agitado observé que ya habían empezado el temario. Al paso que iba, me estaba preparando para lo peor.
-¿Tu primer día y llegas tarde? -preguntó el profesor incrédulo, dejándome en ridículo.
-Lo siento... -contesté y me dirigí hacia el único asiento libre que había al fondo.
-¿Dónde vas? -preguntó el profesor interrumpiendo mis pasos-, ya que has llamado la atención de toda la clase, ven aquí y preséntate.
Mi interior se estaba aguantando las ganas de pegarle un puñetazo.
-Enzo, De Luca. -contesté tajante dirigiéndome a toda el aula, estos, expectantes entre risillas lo ocurrido.
-Anda... Siéntate. -replicó.
Como si se tratase de una broma, antes de incorporarme para dirigirme al asiento, se abrió la puerta del aula. Quería llorar de rabia, era el conductor del taxi.
-¿Pretendes huir y no pagar el viaje? -preguntó haciendo estallar a toda la clase de risa.
Con prisa, salí de clase y, de un empujón, saqué al conductor del aula, cerrando la puerta con fuerza a mis espaldas.
-Joder... lo siento de verdad, llegaba tarde y no tenía efectivo -repliqué al conductor tratando de hacerle entender que no era mi intención.
-A mí me da igual, me limitó a hacer mi trabajo -Mis pocas posibilidades de comprensión se esfumaron-. ¿Cómo vas a pagarme?
Nervioso e inquieto por la situación, como un soplo de alegría, se acercó la chica rubia del día anterior.
-¿Todo bien? -preguntó intentando comprender la situación.
-No, tu amigo se ha pirado del coche sin pagarme el viaje. -contestó dejándome otra vez en ridículo, algo bastante común esta mañana.
Ante esto, desviando mi mirada hacia la chica, esbocé una sonrisa de querer matarme. Ella me observaba atenta y desvió la mirada hacia el conductor.
-¿Cuánto te debe? -preguntó entre risas.
-7,75€ -contestó, mientras ella sacaba un billete de 10€.
-Quédese el cambio, por las molestias. -Tras esto, el conductor se marchó dejándonos a los dos solos.
-No tenías que... -Sus risas me interrumpieron. Poco después, me reí con ella.
-No hace falta que me lo pagues, con que me des tu número y nombre es suficiente. -replicó divertida con la situación.
-Me llamo Enzo, apunta... -Le dicté mi número sonriendo, mientras pensaba que mi físico podría tener algo positivo-. Te lo voy a pagar de todos modos.
-Lo que tú digas... Me llamo Sofía. -respondió y se marchó guiñándome el ojo, repitiendo mi gesto del día anterior.
Ensimismado en la situación, sonreí, había algo nostálgico en ella. Quizás podría robarle la chica a ese capullo.
Volviendo al presente, pese a que no quería, entré a clase.-De verdad, lo siento mucho. -interrumpí al profesor mientras, inmerso en la vergüenza, me dirigía a sentarme en el único asiento libre.
-El karma, capullo. -escuché, ya sentado, una voz familiar que provenía de mi izquierda.
-¿Y tu quién coño -El corazón me dio un vuelco, ¡Era ella!- eres...?
Me tragué mis propias palabras, aguardando su respuesta. Algo en mi interior, intuía que no iba a llegar tal respuesta. El destino insistía en unirnos, a pesar de que ninguno de los dos salía ganando...
-Bueno, lo siento... -Había perdido la cuenta de las veces que he mencionado esa palabra durante la mañana-. No me diste tiempo ni a disculparme ese día, te marchaste.
-No me vengas con historias, asume que te quedan pocas neuronas imbécil. -Con sus intensos ojos azules clavados en los míos, sentí como si pudiera descifrar cada pensamiento. A pesar de nuestra conversación, no había rastro de enfado en su mirada. Pero lo que me atormentaba era la idea de que su mirada acabaría siendo mía.
-¡Alessia! ¡Enzo! -Los dos sobresaltamos ante los gritos del profesor. Era la primera vez que escuchaba su nombre-. ¡A dirección! No voy a tolerar estas faltas de respeto.
Ambos nos levantamos, casi sin dirigirnos la mirada. Al salir por la puerta, le dije:
-El karma, capulla -me marché sonriendo sin esperarla.
-¿Que haces gilipollas? Dirección esta en sentido contrario -pude observar como la muy imbécil se reía de mi, estropeando mi salida triunfal. Ante todo, mi orgullo era mas grande, y por eso mismo, no iba a tolerar que pensara que me había equivocado.
-¿Quien ha dicho que yo fuera a ir a dirección? -saqué el paquete de tabaco y se lo mostré por la espalda. Pude notar como, indignada, me seguía.
Salimos por la puerta y me destine a encender el cigarro, cuando...
-Tonto, ¿Aprenderás algún día? -Me cogió de la muñeca y rápidamente me soltó- Sígueme... aquí nos verán.
-¿Nos? -Me limité a preguntar mientras la seguía. ¿Acaso fumaba?
-Si, me vas a dar uno -Me miró de reojo-, considéralo tu disculpa.
Nos dirigimos hacía los bancos ocultos tras el liceo, envueltos por un manto de arboles que nos protegían ante los ojos externos. He de admitir que la chica despertaba demasiado interés en mi. Y si seguía así... iba a compartir mas que cigarrillos.
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Enzo, Fragmentados
Teen FictionSomos como cristales frágiles, esculpidos por las experiencias y los miedos, y con cada golpe, nos volvemos más resilientes. Pero también somos cristales que temen fragmentarse, que temen revelar nuestra autenticidad y vulnerabilidad al mundo. En nu...