Fragmento 5: Choque hormonal.

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ALESSIA

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ALESSIA.

Con determinación, me alcé de la cama, deslizándome hacia mi armario en ropa interior. Ser la hija del director, me otorgaba el poder de decidir mi propia moda, siempre y cuando esta se ajustara a los estándares del liceo y su uniforme. No fue un privilegio concedido sin más, sabía cómo tratar con mi padre. En general, rara vez alguien se atrevía a negarme algo.

Después de revolucionar mi habitación con montones de ropa, opté por una minifalda vaquera con vuelo, una corbata azul cielo y una camisa blanca que corté por la mitad, una semana antes, imitando la forma de un crop top. Solo me faltaba el maquillaje para terminar. Para ello, conecté la música a todo volumen y me dirigí al baño.

Con meticulosidad, repasaba cada detalle de mi rostro en el espejo. Opté por un maquillaje sencillo, resaltando con un toque de gloss mis labios carnosos y destacando mis ojos con el estilo "foxy eyes". Mientras tanto, mis largos mechones negros caían en delicadas ondas, enmarcando delicadamente las facciones de mi rostro.

Últimamente no tenía muy buena relación con mi padre, de ahí a que viviera sola en el apartamento de mi madre... Desde su fallecimiento, mi padre cambió radicalmente de actitud. Parecía que los años compartidos con mi madre no significasen nada para él, y los desechase sin miramientos al conocer a nuevas mujeres. No es que no pudiera encontrar compañía, pero su actitud me entristecía. Pese a eso, agradecí su comportamiento conmigo, me había dado la libertad de tener mi propio espacio, eso sí, con la condición de recogerme en coche cada mañana, lo cual no me parecía del todo mal. Pasaba poco tiempo con mi padre, pero el poco que pasaba lo aprovechaba al máximo, era imposible no quererle.

Recibí un mensaje de mi padre, lo cual indicaba que ya se encontraba abajo. Agarré las cosas necesarias, ajusté mis gafas de sol como una armadura simbólica y salí hacia el Jeep negro que me esperaba abajo. Era hora de enfrentar otra jornada de aparente normalidad en medio del caos de nuestras vidas.

-¿Nuevo look? -preguntó.

-Sí, pa -sonreí-, he decidido arriesgarme un poco.

-Nada nuevo en ti. -recalcó, sonriendo, mientras se detenía en un semáforo.

Su mirada ámbar se ocultaba tras unas gafas de sol, mientras que su camisa negra ajustada revelaba unos músculos bien definidos que se acentuaban con su ligera barba y su cabello negro. Los pantalones negros completaban su atuendo con un toque de elegancia. A pesar de rozar la madurez de la vida, he de admitir que su apariencia y buena genética desafiaban el paso del tiempo. No iba a quedarme atrás. La mezcla de los genes rusos de mi madre con los suyos me otorgaban un encanto que a menudo rivalizaba con el suyo. Pero lo que más resaltaba en él, era su sonrisa peculiar, que desde el primer instante despertó mi curiosidad. Escondía algo e iba a averiguarlo.

-¿Algo que contar, pa? -sonreí desafiante sin desviar la mirada del parabrisas.

-Justo te lo iba a contar, ¿Prometes no enfadarte? -Daba la sensación de que podía intuir perfectamente lo que iba a decir.

Enzo, FragmentadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora