Unos cuantos años antes...ENZO.
-Enzo, ¿Has preparado la maleta? -pregunto mi tía desde la escalera que asomaba a mi habitación.
-Si -respondí con la emoción ahogada por la situación.
-Tráela hacia el coche, el motor esta en marcha -contesto mientras bajaba las escaleras.
Me levante de la cama y di un ultimo vistazo a la habitación, recorriendo cada momento vivido ya sea mas malo que bueno. A mitad de las escaleras, rumbo al coche, escuche parte de la conversación que mis padres tenían con mi tía.
-Me siento tan mal por no haberle dado un hogar feliz... -replicó mi madre con una leve tristeza mientras mi padre se destinaba a cogerle el brazo.
-No fue elección vuestra... -desvío los ojos hasta caer sobre los míos-. Por desgracia, desconocemos los giros que pueda dar la vida, quizás todo esto suceda por un bien mayor.
-¡Vamos Enzo! ¿Tanto te pesa la maleta? -sarcásticamente pregunto mi tía con una sonrisa dibujada sobre sus facciones-. Cariño, ven y despídete de tus padres
Baje los últimos peldaños y casi al instante les estaba abrazando tan fuerte, tan fuerte como para hacerles entender que no tienen la culpa, que no sufrieran... en el fondo los quería mucho y pese a que no lo demostrara ellos lo sabían.
Arrastre la maleta hacia el maletero y me destine hacia los asientos traseros del coche.
-¡Os quiero mucho! -replique, mientras movía mi mano en un vaivén como gesto de despedida.
Acto seguido, recalcando mi comportamiento, mi tía hizo lo mismo. Una vez sentada dirigió sus manos sobre el volante, su pie hacia el acelerador y en menos de un minuto emprendería mi primer viaje a Portello, Milán.
Apoyado sobre el ventanal del coche observaba esas casas, señales de trafico... que en su momento me acompañaron y ahora se esfumaban de mi vista, llevándose con ellas el intento de hogar que no pude tener... Me consideraba una persona extrovertida, empática, sensible... pero lo que desconocía es que aquellas virtudes si se les podía llamar así, en un hombre, fueron las causantes de mi partida hacia un nuevo lugar.
«Se volverán en mi contra si no las se controlar»
"En cinco minutos llegara a su destino" alerto el GPS. No recuerdo parte del trayecto, deduje que el cansancio se adueño de mi después de una noche sin pegar ojo. Desde el coche observaba las calles, llenas de trafico, gente inmersa en una rutina diaria que parecía no tener fin. Una extraña sensación recorría las partes de mi cuerpo, no sabría describirla, supongo que a consecuencia de saber que sería mi "nuevo hogar" o al menos el intento.
-Veo que se te ha hecho corto el viaje -recalcó mi tía con una sonrisa que se reflejaba por el retrovisor.
-¿Eh? -conteste medio dormido inmerso en la ciudad y mis pensamientos.
-Como decía... te has dormido -sonrió e hizo una breve pausa para apagar el GPS-. Conduciré hacia el parking, ya que al ser zona de transito y que la mayoría de lugares están ocupados, ahorraremos tiempo.
Asentí sin desviar la mirada de la ventana.Dentro del parking, una vez estacionados, recogí mi maleta y nos encaminamos hacia el apartamento. De camino, contemplaba aquellos edificios que me rodeaban, su arquitectura, altura... Me resultaba fascinante la rapidez de la evolución humana. Absorto en mis reflexiones, tuve la sensación de estar siendo observado y, en un instante de sobresalto, descarté la idea como una simple tontería, atribuyéndola a mi falta de familiaridad con el transito de la multitud.
Cada paso nos aproximaba más al apartamento, y mi pulso se aceleraba con cada uno, como si pudiera presentir lo que nos esperaba allí. Era como si ya supiera que ese lugar se convertiría en un infierno, un espejo de todo mi pasado.
-Es aquí. -concluyo mi tía posando los ojos sobre el enorme edificio.
Me estremecí ante su respuesta, estábamos frente a él.
Cuidadosamente repase cada detalle que le daba vida: los cimientos, los balcones blancos y anchos... Comprendí por la ubicación y los acabados que no se trataría de un apartamento barato, mas bien lo contrario.
De un momento para otro volví a tener esa sensación de ser observado, me invadió como si se tratase de una broma pesada que me impedía concentrarme en el momento. Desvié la mirada hacia la izquierda, siguiendo un impulso inexplicable, y allí estaban: unos ojos azules que capturaban los míos, desafiándome en silencio. Detrás de ellos, una chica con cabello negro y una presencia cautivadora parecían invitarme a sumergirme en un mundo de secretos y desafíos. Una tentación irresistible, a la que sabia que si cedía nos llevaría por un camino peligroso, lejos de los cuentos de hadas.
ESTÁS LEYENDO
Enzo, Fragmentados
Roman pour AdolescentsSomos como cristales frágiles, esculpidos por las experiencias y los miedos, y con cada golpe, nos volvemos más resilientes. Pero también somos cristales que temen fragmentarse, que temen revelar nuestra autenticidad y vulnerabilidad al mundo. En nu...