6

341 67 15
                                    

En la sala de estar había una tensión horrible, para suavizar aquello la madre de Crowley saludó de la manera más amable que pudo, el pelirrojo se cruzó de brazos mirándolos. Hacía cinco años lo habían echado de casa y ahora estaban allí sólo para buscar a esa malcriada, nada había cambiado después de tantos años.

Aziraphale se asomó al pasillo llamando a Crowley, este se giró hacia él sonriéndole tranquilo, sintió como todos los males se esfumaban. Fue hacia él y Azi le preguntó si hacía unos pancakes para sus padres, Crowley no quiso ser grosero así que le pidió de favor que lo hiciera. Aziraphale saludó con la mano a los señores y estos sonrieron con amabilidad devolviendo el saludo, excepto Gema, ella lo ignoró. Crowley volvió con los otros, su madre intentó hablar.

— Anthony hijo, ¿cómo has estado?

— Crowley madre, dime Crowley, sabes que no me gusta que me digan Anthony —le rectificó, ella asintió—. Estoy bien, o hasta ayer lo estaba, Gema vino aquí y lo arruinó.

— Lo siento, nos la llevaremos de vuelta, es que hace dos años nos mudamos de Edimburgo a acá, Gema descubrió que vivías aquí y... Bueno, se escapó.

— Si, eso pude ver, pero me alegra mucho que hayan venido a llevársela, no puedo ni quiero que viva conmigo —ambos adultos asintieron, ella comenzó a hacer gestos de incomodidad—. ¿Cómo han estado?

Preguntó, y ellos no pudieron contestar, estaban bien y él lo sabía, vivían una vida de lujos y comodidades, muy diferente a él que había tenido que progresar trabajando día y noche. Su padrastro miró hacia el pasillo que llevaba a la cocina, no viendo al chico rubio que les había abierto la puerta y que les había saludado hacía unos minutos.

— ¿Quién era el muchacho rubio? —su tono era suave, sin intenciones de pelea.

— El novio inválido de Crowley —dijo Gema, haciendo una mueca y poniéndose de pie.

— Gema, ¿que son esas formas de hablar de las personas? Me avergüenzas jovencita, ese muchacho se ve que es mayor que tú, y además debes respetarlo aún si no es así —le regañó su padre, ella se indignó al ver que no le seguían el juego—. Vete al auto, y espera allí por nosotros.

— Tch, los espero en el auto —dijo saliendo de mala gana de la casa.

— Bien hijo, ¿quién es el joven? —preguntó su madre, sonriendo de la forma más pasiva que pudo.

— Mi novio, Aziraphale...

— Oh, felicidades —sonrió, Crowley se sorprendió—. ¿No lo vas a presentar?

— ¿Quieren conocerlo? —se asustó, no quería que trataran mal a su pareja—. Eso es... Eh, vale, enseguida lo llamo.

Crowley fue a por Aziraphale, mientras sus padres esperaban por ellos, querían hacer las paces, les tomaría tiempo pero al menos lo intentarían. Crowley volvió con Aziraphale, puso la mano en el hombro de este quien les brindó una sonrisa a ambos señores.

— Madre, padre... Él es Aziraphale, mi pareja.

— Hola, un gusto conocerlos —saludó, limpiando sus manos que estaban algo sucias de mezcla de pancakes con un paño—. Me encantaría ponerme de pie y saludarlos pero, jaja, me tomaría mucho...

— Oh, no te preocupes lindo, el gusto es nuestro, soy Alma, la madre de Crowley —se acercó dejando un beso en su mejilla y apartándose.

— Hola hijo un gusto conocerte, ¿estás cuidando bien de Crowley?

— Creo que él me cuida más, intento devolverle el favor —mordisqueó el interior de su boca.

— No digas eso ángel, sabes que tenerte conmigo es lo que más amo —dejó un pico en sus labios haciendo a Aziraphale sonrojar.

Entre las CortinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora