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Después de año nuevo Aziraphale y Crowley comenzaron a vivir juntos, acomodaron la casa del pelirrojo para que dos personas pudiesen vivir cómodamente, pintaron la sala de otro color, cambiaron las cortinas, los platos, e incluso cambiaron a un sofá más acogedor, dándole el toque de cada uno al lugar. Dagon y Hastur invitaron a la pareja recién comprometida al cine, luego de eso las tres parejas salieron a por unas bebidas por el año nuevo. Aquellos dos aún tenían mucho por lo que pasar, pero sabían que lograrían enfrentar muchas cosas si permanecían juntos.

Durante el tiempo que comenzaron a vivir como pareja hablaron sobre las cosas del pasado, en confianza desnudaron sus inseguridades y miedos quedando vulnerables uno ante el otro. Podían confiar más en ellos si estaban unidos, y al ser no solo pareja sino también amigos y confidentes, sus problemas e inquietudes eran fáciles de resolver ya que trabajaban como un equipo.

Pasó el tiempo, Aziraphale consiguió un trabajo en la universidad de Londres, Crowley ascendió en su puesto de trabajo, visitaron a los abuelos del pelirrojo en Edimburgo y pidieron la bendición de ambos para así casarse. Ellos con gusto se la dieron y a finales de año se llevó a cabo la boda de aquellos dos tórtolos, que con cada año que pasaba sólo podían decir que se amaban más.

La boda fue pagada por los abuelos de Crowley, aunque la pareja se negó los ancianos insistieron y se ocuparon de todos los gastos, entre los invitados estaban aquél día la familia de Crowley, sus amigos, dos excompañeros de trabajo de Aziraphale con quienes se llevaba, Gabriel y Beelzebub, y unos conocidos. Fue en un pequeño sitio para este tipo de eventos, Aziraphale llevaba un traje blanco con camisa celeste, temblaba de nervios aunque se veía fabuloso, tenía miedo. No era el único, Beelzebub tuvo que pellizcar varias veces a Crowley para sacarlo de sus pensamientos, él lucía un traje negro con bordados dorados, una camisa interna carmín y el cabello recogido en una media coleta.

Ambos novios debían caminar juntos hacia el altar, a Crowley lo llevaría su abuelo, y a Aziraphale su hermano.

Gabriel le acomodó el velo abrazándolo, era la segunda boda a la cual asistía, la primera había sido la suya, Beelzebub lo miraba orgullosa. Crowley no podía dejar de ver a su amado a través de sus velos, era algo maravilloso, como un ángel bajado del cielo sólo para él. Una vez ambos estuvieron en el altar uno le quitó el velo al otro, mirándose fijamente, sonrieron nerviosos.

La ceremonia iba de lo mejor, Crowley acababa de recitar sus votos cuando le tocó a Aziraphale, él demoró unos segundos en decirlos, pero finalmente habló.

— Cuando estaba en la que quizás yo llamaría la peor situación de mi vida, cuando pensé que me quedaría en una esquina sin ser notado, tú llegaste a mi vida. Nunca te negué el paso, entrabas corriendo y haciendo de mi corazón el lugar más cálido del mundo, me llenaste de tu amor, fuiste de los pocos que se quedaron a mi lado. Y te amo, tanto que no me alcanzaría toda la vida, yo te amaré en esta, y en todas mis próximas vidas, te amaré siempre, a pesar de todo.

Las lágrimas salieron de los ojos del pelirrojo rodando por sus mejillas, Azi limpió estas con un pañuelo, intercambiaron anillos y le besó, sellando al fin la ceremonia, luego firmaron el certificado de matrimonio. Hubieron muchas fotos en aquella boda, momentos de risas y llantos, bailes, bebidas y comida, Gabriel detuvo un momento a las personas para hacer un brindis por los recién casados.

— Quiero que sepan, que me alegra mucho que Crowley sea la persona con la que Aziraphale decidió pasar el resto de su vida, fue mi vecino por cinco años y mi cuñado por cuatro, hemos pasado buenos y malos momentos, nos fuimos de vacaciones juntos, peleamos por equipos de fútbol. Vi a Aziraphale triste por no recibir flores en Valentín, vi a Crowley aparecer en casa con sus amigos, cantantes, flores y chocolate para disculparse. Sólo dos cosas me hacen creer en el verdadero amor; la forma en que amo a mi esposa, y la forma en que ellos dos se aman.

Los aplausos no se hicieron esperar, después vino el baile de los novios, los saludos y las gracias por asistir a la boda, más fotos, anécdotas, y así fue terminando la ceremonia. Todos disfrutaron y finalmente volvieron a casa, Crowley y Aziraphale se fueron de Luna de Miel por dos semanas, disfrutando su tiempo de recién casados a solas.

Unos meses más tardes Beelzebub y Gabriel anunciaron que habían decidido adoptar a un nene, lo cual contentó a la otra pareja ya que se convertirían en tíos. Unos años pasaron y los abuelos de Crowley tristemente fallecieron, la herencia fue compartida con su tía, una de las empresas que heredó la vendió y usó ese dinero para causas benéficas. Las otras empresas le garantizaban el dinero que los sustentaría hasta el día de sus muertes, aunque a cada rato hacían donaciones a hospitales o áreas protegidas, no siempre se quedaban con todo el dinero.

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Aziraphale abrazó el cuerpo de su esposo, quien dormido a su lado se giró para también abrazarlo, Crowley murmuró entre dormido y se aferró más al rubi, quien frotó su mejilla contra el pecho de este olfateando su aroma característico. Crowley despertó comenzando a besar el rostro de su esposo, acariciando su espalda mientras le despertaba, Azira soltó unas risitas por ello, con pereza abrió los ojos encontrando a su amado esposo allí, besando suavemente la piel de su cuello, tan amable y gentil como siempre.

Tras unos cuantos mimos se levantaron de la cama bajando a tomar el desayuno, lo prepararon juntos mientras tarareaban canciones de la radio, abrazándose y besándose sin necesidad de muchas palabras. Crowley dejó un beso en la nuca de su esposo, volteándose hacia este.

— ¿Algún día te haz arrepentido de haberte casado conmigo?

— Jamás querido, cada día que amanece despierto pensando en lo bueno que fue Dios conmigo, por dejarte a mi lado —besó su mejilla.

— Y yo no creía en Dios, ni en los milagros, hasta que te vi y supe que me habían enviado un ángel. Tenías que ser mío.

Dejó el plato en la mesa abrazándole con cariño, una música suave sonó en la radio comenzando a contagiar a ambos hasta hacerlos bailar suavemente al ritmo de la melodía. Aziraphale apoyó su cabeza en el hombro de Crowley, suspirando feliz, todos los sueños, o al menos la mayoría, se cumplen a su debido tiempo. Nunca hay que apresurarnos, ellos llegan a nosotros, aveces de las formas menos esperadas, pero siempre debemos recibir estos con los brazos abiertos.

El sentimiento inefable que los unía, les hizo darse cuenta de que las almas gemelas están impregnadas en el alma. Y si, muchas veces las almas gemelas llegan en formas distintas, unas como el amor de tu vida, otras como tu mascota, otras más comunes como tu mejor amiga o amigo. El amor tiene formas diferente, tiene diferentes tonos como los colores, diversos aromas como las fragancias, e infinidad de cifras como los números, no debemos correr antes de andar, porque podemos caer.

Aveces se debe bailar con la soledad, como Aziraphale y Crowley, hasta encontrar alguien que quiera bailar con uno.

Fin.

Entre las CortinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora