2

473 73 38
                                    

Aquella tarde Crowley regaba sus plantas tranquilamente, sin sospechar que los ojos de cierto hombre le miraban atentamente, se limpió el sudor de su frente, estiró su espalda y continuó regando. Aziraphale desde la habitación de su hermano miraba aquella escena, con la cortina a penas abierta para que no lo viera, al inicio fue una casualidad, pero ya que estaba ahí ¿por qué no disfrutar de la vista?

El vecino le parecía interesante, tenía un aura misteriosa, Aziraphale sabía a penas algo de él:

Primero; que le gustaban las plantas.
Segundo; que escuchaba Queen a todo volumen cuando trabajaba en el estudio.

Y tercero; que era un tipo guapo y misterioso.

Cierto era que a penas sabía quién rayos era, pero verlo le causaba cierta paz que jamás imaginó, aveces se sentía como un espía del gobierno mirándolo a escondidas. Crowley ni siquiera lo sospechaba, Aziraphale se escondía muy bien detrás de esas cortinas, aunque aveces sentía que alguien le espiaba.

Ahora le observaba a través de la ventana de la habitación de su hermano, se aburría muchísimo y no tenía con quien hablar, había estado pensando seriamente en pedir sesiones con un psicólogo, necesitaba hablar sobre el miedo que sentía al pensar que tal vez no volvería a caminar. También le atemorizaba la idea de volver a ser usado en una relación, ni siquiera sabía si alguien le amaría de verdad, siempre fue inseguro y las burlas que recibió durante su adolescencia lo hicieron un adulto temeroso a las relaciones.

Los brazos de Crowley estaban cubiertos por una fina capa de sudor, regaba las flores y cada vez que movía sus brazos se tensaban los músculos de estos, Aziraphale lamió sus labios observando las manos que sostenían la manguera regando las flores. Gabriel entró a la habitación saludándolo, Azi se alarmó apartándose rápido haciendo algo de ruido al exclamar el nombre de su hermano. Crowley escuchó algo lejano y miró desde el patio hacia la ventana de sus vecinos, si mal no recordaba ese era el cuarto de estos.

Se encogió de hombros y continuó regando las plantas, de pronto escuchó un quejido del otro lado de la valla y cerrando la manguera se inclinó sobre esta viendo al muchacho de la ventana, algo mojado por el agua que de seguro le había tirado sin querer. Aziraphale se encontraba en el patio en ese momento, había salido para tomar algo de aire, y también disimuladamente se acercó a la valla en un intento de ver más de cerca al vecino. Sin esperarlo terminó siendo mojado por este y por el susto soltó un gritito de sorpresa, Crowley se asomó cerrando la llave del agua.

— ¡Lo siento! No sabía que alguien estuviera aquí, ¿estás bien? —fue amable, viéndole mientras se apoyaba en la valla.

— No, lo siento yo por asustarte, estoy bien.

— ¿Necesitas ayuda ahí?

— No, no importa, ya iba a entrar de todos modos —se disculpó, apresurándose entrar a casa.

Crowley no supo que decir, terminó con sus plantas y después entró a casa dispuesto a darse una ducha. Como la curiosidad lo mataba decidió que finalmente iría a la casa de sus vecinos de al lado para saber quien era aquél hombre, agarró unas flores y les amarró al tallo un lazo con cuidado, se puso algo adecuado y cruzó la entrada de los vecinos yendo a tocar la puerta. Estaba decidido, aunque algo nervioso, quería volver a ver al hombre rubio de la ventana, disculparse por mojarlo, le causaba cierta intriga, pero deseaba verlo.

Un cosquilleo chispeante recorrió su espina dorsal cuando abrieron la puerta, disimuladamente borró su sonrisa al ver al vecino. Gabriel escuchó desde las escaleras el toque del timbre, iba a pedirle a su hermano que abriera pero este estaba viendo la televisión, después de cambiarse ya que había tenido un accidente en el patio, así que para no molestarlo fue al recibidor para abrir la puerta. Allí estaba su vecino de al lado, que raro si nunca habían hablado, ¿qué hacía allí?

Entre las CortinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora