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Aziraphale entró a la cocina luciendo como si estuviese listo para salir a una cita con un príncipe, lucía muy hermoso. Beelz soltó una risita al verlo así de arreglado, estaba usando un bastón para caminar ya que hacía unas semanas había dejado la silla a un lado sintiéndose más en confianza con el bastón y aveces cuando sentía que estaba demasiado cansado usaba la silla de ruedas. Muy dispuesto le pidió a Beelzebub que lo acompañara a hacer unas compras, ella aceptó sin muchas preguntas cambiando su ropa y tomando las llaves del auto.

Fueron por el boulevard entrando de tienda en tienda, Beelz no entendía muy bien cual era el objetivo de Aziraphale, pero le seguía sin miramientos. En una joyería se detuvieron entrando a esta mientras Aziraphale observaba las estanterías, al fin comprendió lo que buscaba su cuñado.

— Si querías comprar un anillo tenías que haberlo dicho antes, tu hermano compra todas mis joyas cerca de aquí —le comentó, agarrando un brazalete mientras lo inspeccionaba con la vista—. Aunque tienes buen gusto, esta joyería es muy buena.

— Quiero comprar anillos de compromiso, para darlos a Crowley en navidad.

— ¿Vas a comprometerte? Vaya, es una gran decisión —sonrió acercándose a ver las joyas que Aziraphale miraba—. Déjame preguntarte, ¿cual es el mejor anillo para Crowley? Le darás anillos de compromiso, ¿entonces cuales son mejores? Debes tener en cuenta siempre; su trabajo, su personalidad, y sus gustos personales.

— Bueno, si es así entonces —miró las vitrinas—. Descartamos los que tengan hendiduras y perlas, ya que trabaja con plantas y tierra, usa guantes pero igual, en casa suele hacer jardinería sin ellos.

— Ajá, ¿entonces nos quedaría?

— No tiene dedos gordos ni manos gruesas, son dedos largos y manos grandes y delgadas, así que no puede ser un anillo pesado —lamió sus labios—. Una sortija que va con él, sería una lisa, con algo distintivo, en un color que combine con él...

— Genial, ya lo tienes, pregunta por ello.

Sonrieron mirándose y Aziraphale rebuscó un anillo entre los que exhibían, encontrando el anillo perfecto, era liso, de color carmesí con una sofisticada franja dorada en medio, limpio, tan brillante que relucía. Pidió el anillo que venía a juego con el anillo de compromiso, el cual era un fino aro enroscado de color dorado, se probó el anillo que le correspondía viendo que entraba a la primera, sacó de su bolsillo un hilo que tenía perfectamente amarrado y midió el otro anillo.

— Los llevaré, ¿puedo pagar con tarjeta?

— Claro, pase por aquí —le pidió el muchacho detrás de la caja—. La entrega se realizará en una semana, ¿desea que el joyero le ponga alguna inscripción al anillo azul?

— Si, quiero que en la parte de adentro ponga "Ineffable" —sonrió, el otro asintió—. Si el próximo año me caso, vendré a comprar los anillos de boda, deseame suerte.

— Pues felicidades y mucha suerte.

Salió de aquella joyería sintiéndose hambriento, Beelzebub le propuso ir a una cafetería donde se sentaron a comer para recuperar energías. Aziraphale le contó sus planes y ella le escuchaba, pensando en lo bonito que era aquél amor.

Gabriel había arrastrado a Crowley hasta Oxford para recoger la mudanza de Aziraphale, tras llegar al departamento de este encontraron todo tan ordenado que dudaron si en algún momento el rubio había vivido realmente allí. Comenzaron a empacar sus cosas en cajas, lo cual no fue difícil, Azira tenía un cuaderno donde había apuntado todo un inventario de sus pertenencias. Gabriel dejó a su cuñado recogiendo las cosas para ir al antiguo centro de trabajo de Zira y buscar su baja definitiva, el pelirrojo se quedó allí recogiendo y husmeando.

Entre las CortinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora