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— Vamos, pequeña, despierta — Escucho una voz lejana.

— Debemos salir ya de acá, no tenemos tiempo — Escucho otra voz.

Mi cuerpo es levantado y al fin logro ver mi entorno, había mucha gente corriendo a todos lados pero todo era tan borroso, al igual que las voces, y no veía el rostro de la persona que estaba alzándome.

— Dámela y búscala a ella, yo la sacaré de acá — Dice esa voz que tanto odiaba.

— Gracias, hermano.

Siento como mi cuerpo es pasado a otros brazos y luego se produce una explosión.

— Hasta pronto hermano, prometo hacer de la vida de tu hija un infierno — Dice aquella voz...

Abro los ojos asustada y me siento en la cama con la respiración agitada, siempre tenia el mismo sueño pero no entendía el significado.

Miro la habitación donde estoy y recuerdo los sucesos del día anterior, dónde fui vendida a la diavolessa.

Escucho como tocan la puerta y luego es abierta, veo la cabeza de Mauro asomarse.

— ¿Se puede?

— Creo que así no funciona cuando tocas la puerta, pero ya que, adelante — Digo sentándome en el borde de la cama.

— Eres graciosa, me caes bien — Dice con una sonrisa entrando a la habitación — Te traje el desayuno y ropa cómoda, el viaje será algo largo.

Deja una bandeja con comida encima de la cama y me entrega un bolso.

— Sobre todo hay pants y buzos — Me dice — ¿Te gusta usar eso?

— Si, está bien — Le digo y saco la ropa, elijo el pants negro con un buzo blanco con la silueta de un gatito — ¿Tienes algún otro calzado que no sean tacones?

— Si, están en el bolso — Me dice y busco hasta el final del bolso.

— No, acá no hay nada — Le digo.

— Mierda, los olvide — Murmura — Iré a buscarlos, ya vengo.

Lo veo salir de la habitación y noto como deja la puerta medio abierta, lo cual veo como una oportunidad de escape, pero algo en mi decía que no lo hiciera.

Aunque...

Podría darle un vistazo a los alrededores.

Me acerco a la puerta descalza y la abro, le doy un vistazo al alrededor y noto que todo esta despejado, es momento de salir. Camino por un pasillo y al final de este veo una ventana, la cual da a un paisaje de Venecia.

Noto como un cuerpo femenino se monta en una moto y sale del área, ¿Sera esa la diavolessa?

No logre verle ni un poco el rostro, simplemente el cuerpo.

— Puedo asegurar que te deje en la habitación — Escucho la seria voz de Mauro y me volteo a verlo con una inocente sonrisa.

Tenia unos tenis en las manos y una mirada asesina.

— ¿Quería ir al baño?

— Hay un baño en la habitación — Dice con seriedad tomando del brazo — Con tu desobediencia vas a hacer que nos maten a los dos.

— No me gusta obedecer — Bufo — Ya he obedecido lo suficiente en mi vida.

— Eso culpa mía no es — Al entrar a la habitación me suelta del brazo — Aquí están los tenis, vístete y come, en una hora nos vamos.

RenegadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora