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*POV Victoria*

Luego de salir de mi segunda ducha del día, veo que Mara ya terminó su desayuno y el mío aún estaba completo, aunque creo que le faltaban fresas.

— ¿No vas a comer? — Pregunta cuando me ve vistiendome.

— Sam me necesita abajo — Me encojo de hombros.

— Pero yo los hice — Hace un puchero irresistible.

— Me matará si tardo mucho — Digo tratando de no caer en sus tácticas.

— Podrá entenderlo — Palmea su lado y suelto un suspiro, tomando asiento.

Toma una porción de hot cakes con fresa y la acerca a mi boca.

— Abre.

— No tengo cinco años, Mara — Me quejo y me mira con una ceja alzada.

No tengo más remedio y abro la boca, dejando que introduzca la comida en mi boca.

— Están muy ricos — Digo luego de pasar bocado — No sabía que cocinabas.

— No sabes nada de mi — Dice tomando otro trozo de hot cake — Como yo no sé nada de ti, ni de Samantha.

Aquello me dejó un poco desconcertada, pero tenía razón.

— Enserio debo irme — Digo levantándome.

— Está bien — Dice comiendo la última fresa que quedaba — Suerte en lo que sea que harán.

Me acerco a ella y le robó un beso con sabor a Hot cake con fresas, delicioso.

— Nos vemos luego, Dolcezza.

La dejo con una sonrisa y las mejillas sonrojadas, para luego irme de la habitación.

Esto está mil veces mejor que estar con Isarel.

— Llegue — Digo y le doy un vistazo a la oficina, la cuál es un caos de archivos — ¿Que diablos?

— Todo esto son registros de Martin — Me informa con una carpeta en la mano — Los de la derecha no nos sirven de nada, los de la izquierda son los que nos sirven de algo y los del escritorio aún no se han revisado.

— Los de la izquierda no llegan ni a 10 — Digo con el ceño fruncido.

— Si, estoy conciente — Dice y suelto un bufido — Aunque te llamaba para otra cosa.

— ¿Que cosa?

— Martin nos está esperando — Dice con una sonrisa maliciosa dejando la carpeta en el lado derecho — ¿Me acompañas, amore?

— Nunca me habían hecho una propuesta tan interesante — Digo con emoción — Vamos, no sabes las ganas que tengo que conversar con ese maldito.

Las dos bajamos al sotano y nos dirigimos a la celda más alejada de todas, y la peor.

— Vaya, vaya, vaya, que tenemos por acá — Digo entrando a la celda — Si es Martin Pérez.

— Victoria — Dice con la boca llena de sangre.

— No nos ha querido decir nada — Dice uno de nuestros matones.

— Déjanos a solas con el — Dice Sam agarrando un bate y pasandomelo.

Que divertido.

— Si, patrona.

El matón sale de la habitación y balanceo el bate en mis manos.

— ¿Por qué hacen esto? ¿Empezar una guerra sin razón solo por una nula información de Santomé? — Dice este escupiendo sangre — Ilógico.

— ¿Te suena el nombre de Mara Vargas? — Digo acercándome a el.

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