— Mara, despierta — Escucho una voz lejana y como sacuden mi cuerpo.
— Dejame dormir — Le digo a la voz mientras entierro mi cara en la almohada.
Otra persona entra a la habitación — ¿Por qué mierda aún está en la cama?
— No se quiere despertar, está muy cansada, ¿Que quieres que haga? — Le dice la primera persona y suelto un quejido, quería dormir.
— Saca todas las cosas importantes de mi oficina y súbelas al avión, yo me encargo de esto.
Siento una manos en mi rostro y abro los ojos adormilada.
Distingo que es Samantha la que tiene mi rostro en sus manos y vuelvo a cerrar los ojos.
— Vamos, Dolcezza, debemos irnos de acá — Dice intentado levantarme.
— ¿Por que? — Dejo que me siente y la miro adormilada.
Sea lo que sea que me haya dado Sebastián, fue fuerte.
— Si nos quedamos acá, moriremos.
— Entonces déjame — Vuelvo a tirarme en la cama.
— Osvaldo está en el avión esperándote — Me dice y vuelvo a abrir los ojos, mirándola — Si no te levantas ahora mismo, no cumpliré mi palabra de no hacerle nada.
— ¿Enserio? — Murmuró sentandome.
Está rueda los ojos y bufa — No entiendo porque te preocupas tanto por el, pero si.
— Porque ha sido bueno conmigo — Tomo su mano para levantarme y hago una ligera mueca — ¿Estás celosa de que me lleve bien con el?
— Mejor cállate — Murmura y suelto una risita, aunque luego bostezo contra mi mano — Vamos, en el avión podrás dormir.
— ¿No me quieres llevar? Me duele el cuerpo otra vez — Hago un puchero.
— Ven acá — Me toma al estilo nupcial.
Escondo mi rostro en su cuello y cierro los ojos, aspirando su rico aroma.
— ¿A donde iremos? — Le pregunto.
— Una isla secreta por los momentos — Me contesta bajando las escaleras.
— ¿Quienes irán?
— Los de siempre — Contesta — Y nuestros hombres de mayor confianza, no cualquiera conoce esa isla.
— Mhm — Murmuró — ¿Quien fue la que me estaba despertando?
— Ari, aunque no lo logro — Bufa.
— ¿Y Victoria?
— ¿Esto es un puto interrogatorio o que vergas? — Dice con molestia — Creo que ya está en el avión, estaba buscando unas cosas.
— Perdón por hacer tantas preguntas — Murmuró y me quedo callada.
Pasan unos pocos minutos mientras camina hacia afuera y escucho un ruido lejano de un avión.
— Mejor sigue haciendo preguntas — Dice de repente.
— Que bipolar eres — Bufo y está suelta una leve risita, que me saca una sonrisa.
— Me gustan tus tontas preguntas.
— No son tontas, es curiosidad — Me quejo.
— Si, como sea — Rueda los ojos y me deja en el suelo.
Veo el avión muy cerca y todos están subiendo a este.
— Oye — Me toma de la barbilla — Victoria se sintió muy mal cuando te dijo eso y se arrepiente mucho, que lo sepas.
