Abro los ojos con cansancio y noto mi cuerpo desnudo, unas terribles ganas de vomitar me invaden, me sentía asqueada y no podía creer que estaba volviendo a esta situación de nuevo.
— Nunca voy a dejar de disfrutarte, cariño — Dice Daniel entrando a la habitación sin camisa — ¿Lista para otra ronda?
Mis ojos se cristalizan mientras se acerca a mí y las lágrimas descienden por mis mejillas, me dolía todo y no quería esto.
Quería estar en los brazos de esa platina y esa rubia.
Aunque probablemente ya se olvidaron de mi.
¿Por qué razón me buscarían? Sería ilógico.
— Mierda Mara — Dice undiendose en mi y suelto un sollozo — Como me encanta que llores.
Maldito sádico violador.
Antes de que terminara dentro de mi, unos disparos suenan y se escucha el caos total afuera.
— Mierda — Dice con furia saliendo de mi — Luego termino contigo, cariño, tengo que encargarme de algo antes.
Se pone los pantalones y sale de la habitación. Me tapo con la sábana temblando y sollozo abrázame, me dolía todo y estaba sangrando.
Me sentía sucia.
Usada.
Denigrada.
Pasaron algunos minutos donde se escuchaban disparos y gritos, aunque luego todo quedo en silencio total.
Mi corazón latía con fuerza contra mi pecho y me bajo de la cama con las piernas temblando, cayendo de culo al suelo al no tener la fuerza suficiente.
Escucho pasos acercarse y me pegó lo más que puedo a la pared, abrazándome con fuerza.
— Mara — Escucho la voz de Victoria por el pasillo y abro los ojos.
Están aquí.
— Busquen habitación por habitación, ¡Ahora! — Escucho ahora la voz de Samantha.
Intento levantarme del suelo pero fallo totalmente, cayendo de nuevo al suelo y soltando un grito de dolor, haciéndome sollozar.
— Mara — Escucho la voz de Victoria mas cerca y la puerta de aquella habitación de infierno se abre.
Mi cuerpo tiene pequeños espasmo de miedo y me abrazo con fuerza, cubriendo mi cuerpo, aunque levanto la mirada para ver a Victoria.
— Dolcezza — Dice con un tono lastimero y entierro mi rostro en mis piernas, avergonzada.
— Ese imbécil — Escucho la maldición de Samantha y unos pasos se acercan a mi, haciendo que me tense y me pegué más a la pared — Dulzura, solo somos nosotras, miranos.
Su voz es delicada y alzó la vista, mirando los ojos de Samantha, la cual se encuentra de cuclillas frente a mi.
— ¿Estas herida? — Me pregunta y asiento — ¿Me dejas ver?
Niego avergonzada y afirmó más el agarre en la sábana.
— ¿Donde estas herida, Dolcezza? — Victoria se pone a un lado de Samantha de la misma manera
Suelto un suspiro tembloroso — Mis partes.
Noto como la mandíbula de las dos se tensan y se dan una rápida mirada, para luego levantarse.
Un pánico se apodera de mi cuerpo y tomo la muñeca de las dos, impidiendo que se vayan.
— Hey, ¿Que pasa? — Victoria es la primera en acercarse a mi.
