*Narrador omnipresente*
Una pequeña niña vagaba por los pasillos de su pequeña mansión, como su padre le solía decir.
Cuando decia pequeña mansión, se refería a una casa de cuatro pisos, un terreno gigante, con piscina, un castillo en el árbol, un parque, un garage como todos los autos último modelo y mucho más.
Aunque para su padre, eso era solo una pequeña parte de todo lo que su princesa merecía.
— Hola linda — Saluda un castaño sonriente.
— Hola tío Stefan — Dice la pequeña de 6 años sonriendo, mostrándole al mayor como uno de sus dientes faltaba — ¿Papi donde está?
— En su oficina, cariño, pero es mejor que no vayas aún, está en una reunión importante — Le dice el castaño a la pequeña y está asiente — Ve a jugar con tus primos, anda.
La niña obedece las palabras de su tío, el cual era el mejor del mundo, casi como si segundo padre, y va en busca de sus primos, Sebastián y Allan.
— Holaaa — Saluda la niña entrando a la habitación de juegos del menor, Allan.
— Marrr — Dice el pequeño de 4 años — ¿Jugamos a los caditos?
— Se dicen "carritos", Natalan — Dice la unica niña de sala al menor, usando el apodo que le tenía — Bueno, pero luego iremos a tomar el té en mi castillo.
— Yo prefiero jugo de naranja, no ese asqueroso té — Habla por primera vez Sebastián, sacando la lengua con disgusto.
— Roier — Se queja la niña — Bueno, pero solo por esta vez.
— Luego obligas a Vic y a Samy a tomar esa cosa horrible, a mí no — Niega con asco — Vamos a jugar, te guardamos el carrito morado.
Allan, el menor, le extiende el carrito morado a su prima favorita, y única, para empezar a jugar.
Mientras los menores de la familia se entretenían jugando con sus carritos, los mayores resolvían problemas que les costaría la vida a algunos inocentes, lastimamente a los más pequeños.
*Narra Mara*
Abro los ojos desorientada y miro a mi alrededor confundida ¿Donde estaba?
Me incorporo en la cama y veo como me están pasando suero por vía.
Los recuerdos me llegan de golpe de un momento a otro, lo cual provoca que casi me vuelvo a desmayar al recordar todo.
Todo.
— Al fin despiertas — Alzó la mirada y veo a Sebastián entrar a la habitación.
Un nudo se instala en mi garganta al verlo.
— ¿Como te sientes? — Me pregunta checando el suero — ¿Recuerdas que fue lo que pasó?
Lo miro sin decir nada, sentía que no podía hablar, no coordinaba.
— ¿Mara? — Chasquea sus dedos frente a mi cara — ¿Estás bien?
— Si — Digo rápidamente — Me dolía mucho la cabeza y luego sentí algo húmedo en mi nariz, lo cual era sangre, mi cuerpo se empezó a debilitar mucho y lo último que recuerdo fue llamar a... Victoria y Samantha.
— Quizás tus defensas se bajaron mucho, por eso quería hacerte los exámenes, pero te negaste — Me regaña.
— ¿Ya los estás haciendo? — Pregunto con temor.
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