012

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*Narrador omnipresente*

Una pequeña niña vagaba por los pasillos de su pequeña mansión, como su padre le solía decir.

Cuando decia pequeña mansión, se refería a una casa de cuatro pisos, un terreno gigante, con piscina, un castillo en el árbol, un parque, un garage como todos los autos último modelo y mucho más.

Aunque para su padre, eso era solo una pequeña parte de todo lo que su princesa merecía.

— Hola linda — Saluda un castaño sonriente.

— Hola tío Stefan — Dice la pequeña de 6 años sonriendo, mostrándole al mayor como uno de sus dientes faltaba — ¿Papi donde está?

— En su oficina, cariño, pero es mejor que no vayas aún, está en una reunión importante — Le dice el castaño a la pequeña y está asiente — Ve a jugar con tus primos, anda.

La niña obedece las palabras de su tío, el cual era el mejor del mundo, casi como si segundo padre, y va en busca de sus primos, Sebastián y Allan.

— Holaaa — Saluda la niña entrando a la habitación de juegos del menor, Allan.

— Marrr — Dice el pequeño de 4 años — ¿Jugamos a los caditos?

— Se dicen "carritos", Natalan — Dice la unica niña de sala al menor, usando el apodo que le tenía — Bueno, pero luego iremos a tomar el té en mi castillo.

— Yo prefiero jugo de naranja, no ese asqueroso té — Habla por primera vez Sebastián, sacando la lengua con disgusto.

— Roier — Se queja la niña — Bueno, pero solo por esta vez.

— Luego obligas a Vic y a Samy a tomar esa cosa horrible, a mí no — Niega con asco — Vamos a jugar, te guardamos el carrito morado.

Allan, el menor, le extiende el carrito morado a su prima favorita, y única, para empezar a jugar.

Mientras los menores de la familia se entretenían jugando con sus carritos, los mayores resolvían problemas que les costaría la vida a algunos inocentes, lastimamente a los más pequeños.
























*Narra Mara*

Abro los ojos desorientada y miro a mi alrededor confundida ¿Donde estaba?

Me incorporo en la cama y veo como me están pasando suero por vía.

Los recuerdos me llegan de golpe de un momento a otro, lo cual provoca que casi me vuelvo a desmayar al recordar todo.

Todo.

— Al fin despiertas — Alzó la mirada y veo a Sebastián entrar a la habitación.

Un nudo se instala en mi garganta al verlo.

— ¿Como te sientes? — Me pregunta checando el suero — ¿Recuerdas que fue lo que pasó?

Lo miro sin decir nada, sentía que no podía hablar, no coordinaba.

— ¿Mara? — Chasquea sus dedos frente a mi cara — ¿Estás bien?

— Si — Digo rápidamente — Me dolía mucho la cabeza y luego sentí algo húmedo en mi nariz, lo cual era sangre, mi cuerpo se empezó a debilitar mucho y lo último que recuerdo fue llamar a... Victoria y Samantha.

— Quizás tus defensas se bajaron mucho, por eso quería hacerte los exámenes, pero te negaste — Me regaña.

— ¿Ya los estás haciendo? — Pregunto con temor.

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