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— El doctor te dijo que no debías levantarte — Escucho como la voz de Victoria me sigue mientras bajo las escaleras.

— ¿Tú no deberías ir a hacer algo de gente mafiosa? No se, matar a alguien, amenazar a alguien, negociar con alguien — Le resto importancia con una mano — Hacer algo con alguien.

— ¿Y tú no deberías estar acostada? — Escucho la voz de la patrona frente a mi.

Me paro en seco y miro a la rubia frente a mi, la cuál tiene su típica mirada sería.

— Buenos días primero que todo — Le doy una sonrisa inocente.

— A la cama, ahora — Dice con voz demandante.

No lo hagas.

No lo hagas.

No lo... Al diablo.

— Pero primero invítame un cafecito, ¿No? — Le contesto con picardia y esta se queda inmóvil un momento, para luego mirarme mal.

Escucho la risa de Victoria a mis espaldas y siento su aliento en mi nuca, lo cual me causa un escalofrío.

— Te invitamos lo que tu quieras, dolcezza — Me dice cerca de mi oído y siento que me derrito.

Llamen a una ambulancia, me voy a desmayar.

— ¿Te comio la lengua el ratón? — Se burla Samantha acercándose a mi.

Estoy entre dos mafiosas peligrosas y sexys... Otra vez.

— Y..yo — Balbuceó.

— ¡Mara! — Escucho la alegre voz de Ari y suelto un suspiro.

— Salvada por la campana, dulzura — Dice Samantha.

Me alejo de las dos mafiosas y siento como vuelvo a respirar.

— ¿Estás bien? ¿No te vas a morir? — Me pregunta Ari cuando se acerca a mi y miro como viene con el resto de la "pandilla".

— No, lamentablemente — Suelto un suspiro — Estoy bien, no te preocupes.

— Me alegra que estés bien — Dice con una gran sonrisa.

Me recuerda a un Golden trevier, siempre tan intenso y alegre.

— Entonces, ¿Hoy si podemos ir a la piscina?

— No — Dice Victoria a mis espaldas — El doctor nos dijo que debía descansar, ni siquiera debería estar de pie ahora.

— Oh — Hace una mueca triste y me da lastima — Otro día será.

— ¿Y que tienes? La reacción alérgica ya te paso — Dice la morena mirandome con una ceja alzada.

— No se, a mí solo me dijieron que me quedara quieta y ya — Bufó y me cruzo de brazos.

— El doctor traerá hoy los resultados — Dice Samantha — Ve a la habitación de nuevo y quedate acostada, o te voy amarrar.

¿Premio o castigo?

— Pero tengo hambre.

— Te la llevaremos a la habitación — Dice Victoria.

— Pero quiero comer en la cocina.

Las dos mafiosas sueltan un suspiro de frustración.

— ¿De cuando aca ustedes hacen lo que piden sus prisioneros? — Pregunta Mari de brazos cruzados.

— Cállate, Mariana — Dice Samantha — Ve a comer algo y luego te subes a la habitación, es mi última palabra.

— Gracias — Digo con una sonrisa sincera y me encamino a la cocina, aunque siento como dos personas me siguen y al darme la vuelta, veo que son las dos hermanas — Hola.

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