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— Ponte derecha y sonríe — Sentí una mano apretar mi brazo y solté un quejido de dolor.

Acate sus ordenes de mala gana y puse una falsa pero perfecta sonrisa en mis labios.

— Muy bien, cariño, ahora camina y quédate callada, no quiero pasar ni una sola vergüenza hoy, ¿Entendido?

Asentí de mala gana y entramos por las grandes puertas del salón de eventos, el cuál estaba repleto de mafiosos y "empresarios".

No sé en qué momento caí en este miserable mundo, pero lo odiaba.

Bueno, sabía perfectamente en qué momento, pero de solo pensarlo me daba asco.

¿Qué padre es capaz de vender a su única hija para pagar un deuda? Solo un cobarde.

— Pon mejor cara — Escucho como me murmuran entre dientes y me contengo para no rodar los ojos.

Odiaba con todo mi corazón a Martin Pérez, mi idiota y asqueroso prometido.

— Hombre, Martin, ¿Y está belleza que te acompaña? — Dice un hombre trajeado que me come con la mirada.

Hombres idiotas, todos iguales, como los odio.

— Ya sabes, Roberto, las putitas mueren por estar conmigo y está no fue la excepción — Dice Martin pasando su mano por mi culo — Aunque está estuvo de suerte, ya sabes.

Desvío la mirada de esa asquerosa conversación y trato de olvidar que el miserable que está a mi lado me está manoseando.

— Iré con unos socios, no hagas ninguna ridiculez — Me dice apretando una de mis nalgas, provocando que muerda mi labio inferior para evitar quejarme del dolor.

— Claro, cariño — Murmuró.

Suelto un suspiro de alivio cuando lo veo irse, al fin, aire fresco por un rato.

Me dirijo al patio trasero, dónde había poca gente y podía tener un momento de paz. Caminaba con tranquilidad por los arbustos del jardín, hasta que mi paz acabo cuando me tropecé con alguien y casi caigo.

— Perdón, no te vi — Dice la persona tomándome por la cintura, evitando que me cayera.

Mi mirada baja a ver la mano, la cuál está llena de tatuajes, y subo la mirada, para toparme con unos ojos azules encantadores y un cabello platino.

— Si, ya me di cuenta — Digo de mala manera, haciendo que está alce una ceja.

— Te pedí disculpas, algo que nunca hago — Dice con un tono indignado.

— Pero igual casi me haces caer — Reprochó de brazos cruzados — ¿Debo felicitarte? — Digo con una sonrisa torcida.

La peliblanca bufa y le doy una detallada de pies a cabeza, era hermosa, la verdad.

— ¿Disfrutando la vista? — Dice con burla al cacharme viéndola.

— Sigue soñando — Digo con las mejillas sonrojadas.

— Dime, bella dama, ¿Cuál es tu nombre? — Me dice con una sonrisa.

— ¿Por qué debería decírtelo? — Le digo con una ceja alzada.

— ¿Prefieres hablar conmigo o estar allá adentro? — Me pregunta con una ceja alzada.

Suelto un bufido, tenía razón, prefería estar en cualquier otra parte que con ella.

— Mara Vargas — Le digo soltando un suspiro — ¿Y tú eres?

— Hermoso nombre para hermosa mujer — Me toma la mano para darme un beso en el dorsal de esta — Victoria.

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