Estaban mirando algo en el cielo y no pensaron que eso sería el inicio de todo.
Definitivamente, encontrarse no estaba en sus planes y mucho menos imaginaron que aquel sentimiento que experimentaron al verse sin previo aviso se repetiría una y otra...
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"Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya"
─Antoine de Saint-Exupéry
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Así que esta era su casa.
Había cierta vibra acogedora y nostálgica en ella. Las paredes marmoleadas con ladrillo, de un tono entre el rojo y el marrón, la dotaba de sobriedad. El pequeño jardín que rodeaba la entrada, con su cerco del mismo diseño de ladrillo, añadía un toque de naturaleza serena al ambiente. Lucía como una casa familiar. En definitiva, era la casa de los Komi.
Regresé muchas veces de la escuela con Shousuke, pero nunca lo había acompañado hasta el final de su camino. Todos los días él salía y entraba de ese lugar. Conocer su hogar fue como si expandiera mi conocimiento sobre su mundo.
Me sentí emocionada. Además, esta sería la primera vez que iría a la casa de un amigo.
Antes de venir, compré una pequeña caja de chocolates para darla como agradecimiento por la invitación. Acomodé el listón que esta tenía y ya estaba lista para tocar el timbre.
—Wao, miren a quién tenemos por aquí.
Una voz familiar resonó justo detrás de mí.
—__________, cuánto tiempo —saludó Hitohito con su usual tono amable uniéndose a Najimi— ¿Vienes a ver a Shousuke?
—Ah, sí... —contesté vagamente— Tenemos que arreglar algunas cosas. Es bueno verlos después de tanto, ¿qué tal están?
—¿Arreglar? ¿Ustedes pelearon? —inquirió Najimi.
— ¿Qué? No, solo... ya saben, cosas que pasan.
—Con que problemas en el paraíso —continuó Najimi al tanto que subía y bajaba las cejas con picardía.
—¿Eh? ¿Ya están saliendo? Vaya, me alegro por ustedes.
—¿Salir? ─pregunté desentendida─ ¿A qué te refieres?
—¿A-ah no? Pues yo solo... No sé, fue una tontería.
Su excusa fue muy pobre y su rostro sonrojado por la pena me confundió más. No creía que Tadano serían de los que dijeran cosas sin sentido.
—¿Estás seg-
─Chicos, qué aburrido esperar aquí, vayamos de una vez ─interrumpió Najimi mientras se adelantaba─ La cerca está abierta ─comentó y, al darse cuenta de aquello, sonrió con malicia─ ¡Hay que entrar, hay que entrar, hay que entrar!