Cobardía

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Siempre fui conciente de mi cobardía… Aún así nunca había tenido tantas ganas de derrotarla como ahora.

No me lo perdonaría nunca… La tuve a un centímetro de mí. En un largo y tortuoso segundo la imaginé entre mis brazos, imaginé a qué sabrían su piel..y sus labios…

Pero no me animé. Ni siquiera cuando me dijo que había esperado por una caricia mía…quince mil años…

Todo sonaba a locura, ¡pero se sentía tan real…!

Ella, tan solo con su presencia, había logrado que a mí ya no me doliera más vivir… Ya no habían pesadillas que me torturaban a las tres de la mañana. Ya no había llanto, ya no había sentimiento de orfandad. Porque ya no me sentía sola…Ella se había convertido en mi mundo…

Seguía siendo cobarde…pero me reuní con ella cada atardecer, debajo de aquel puente maltrecho que nos cobijó en mi sueño…

Nunca le conté que había soñado con ella… Nunca le hablé de mí… Me limitaba a oírla…Me maravillaba oírla hablar y reír…

Infinidad de veces deseaba que esos recuerdos que me narraba, de nuestra vida en otra estrella, pudieran ser ciertos… Pero eran demasiado fantásticos, demasiado perfectos, para ser ciertos. Me describía como un ser superior, fuerte, valiente, capaz de lograr todo lo que me propusiera… Nada más lejos de la realidad.

Yo me sabía insignificante…Aún así me estremecía cada vez que ella hablaba de mi otro yo, y me miraba, maravillada, como si lo estuviera viendo a él… Su mirada era una mirada enamorada… Y eso me torturaba durante mis noches de insomnio… Y no podía ser él…y si no era él, ella probablemente no me amaría… Cuando se diera cuenta de que todo era fantasía, dejaría de mirarme así…enamorada…y el mundo se derrumbaría otra vez a mis pies…

Recé en silencio, mientras oía su dulce voz cerca de mí, para que ese momento nunca llegara…Que nunca supiera ella la verdad: que yo era un simple ser humano sin valor, sin ambición y con el corazón roto…

Me sequé el rostro para que no me viera llorar… y le rogué que me contara otra vez esa historia…la de la rosa azul…

— Nuestra rosa azul…— aclaró ella- La que nace en el fondo de un barranco muy profundo y muy afilado…, la misma rosa azul que florece únicamente cuando se alinean las cinco lunas de nuestro cielo, la misma por la que casi me caigo al precipicio por querer agarrarla y la misma…por la que me salvaste la vida… A esa rosa azul le debo el que por primera y única vez, en miles de años, mi mano haya podido sentir tu mano…aunque más no sea por un suspiro… Dime, Khan, ¿la recuerdas?

El retorno (Girl Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora