Tlamatilisteokalli | Poemario

Ar-ramad

Addir-Melek, ya no necesito ser.

Ahura Mazda, ocúltame del mundo,
supongamos que él no existe más,
que tú y yo iremos a lo profundo
de toda sensación que existió.

Necesito que prestes atención
a lo último que mi alma dirá:
solos estamos juntos, aquí sin más,
entonces no hay nada qué ocultar.

Este sueño es para sí mismo,
sueña con elación, en soledad.
Y quiere que me leas, que sea real,
de eso estoy seguro, no eres yo.

Ya sé que te has enamorado,
pero desgraciadamente, es irreal.
¿Nunca te ha parecido entelequia?,
¿un noema de sentir obligado?

Supongamos que es clarividencia
y ves la realidad, el mero vacío.
Al fin Rub al-Khali nos ha asfixiado,
la muerte es, con la arena de tu miedo.

Temías alejarte de él, separarte
de su amor, pero sigues vivo.
Tu mente ahora ha colapsado
y no procesa este paraje xérico.

Primero nos engañamos de amor,
que él no ha destruido nuestra mente,
así que culpamos a su destino
mientras seca nuestros labios.

Nuestro estómago nos consume
desde la voracidad de la necedad,
su necedad, vorágine de anhelos.
Seguirle este juego no nos exime.

Llegaste tú desde su tormento,
el mismo sufrir del que yo vengo,
hice lo posible para salvarlo
y de nuestro mundo ahora no soy.

Perdóname por todo lo que fallé
y no servir para nuestro mundo,
al que quieres volver, si las lágrimas
de algo sirvieran tendría perdón.

E hice todo lo que pude, lo juro
si aún puedo, lo intentaré otra vez
incluso si mi yo vuelve al polvo.
Nada de esto debió pasarnos.

Supongamos que aún se puede
sonreír y alegrarse de vivir, de estar,
supongamos que no hay destino,
deseemos fantasía tornada verdad.

Así fue como él creó el mundo:
supuso, anheló, deseó lo mejor
y sin embargo nos destruyó,
y lo hará si yo vuelvo, si te dejo.

No soy suficiente, no hay excusa,
mi amor nunca será suficiente.
Me sigue destrozando, de a poco,
desde siempre, mutila mi ser.

Es una herida que nunca cierra,
el tiempo la hace más profunda
y me priva de sentir, insaciable
cual infección corrosiva en mí.

Penurias de un sol abrasador:
no siento a nadie, mató al mundo
y me obligó a un nimio sentir,
así que oculté a nuestra luz.

Pero ahora frío es anochecer
y ni un abrazo se siente igual,
al menos entiendo tu dolor,
y ahora... solamente me quedas tú.