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Me cercioré de que el hombre se encontrara en un sueño profundo antes de entrar al establecimiento

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Me cercioré de que el hombre se encontrara en un sueño profundo antes de entrar al establecimiento. Miré a ambos lados, y entré a hurtadillas.

La librería no tenía seguridad alguna y su celador era todo un dormilón.

Es cierto que de poder, puedo entrar, pero no me gustaría llamar la atención. Mucho menos que mi esposo se entere de lo que estoy haciendo a sus espaldas, mucho menos que hice un trato con la reina de los demonios.

Eso es algo que es solo para mí.

Me sumergí entre las estanterías fuera de la visión del celador. Y empecé a ver todos los lomos de los libros, entusiasmada de entender todas y cada una de las letras. También habían libros en otros idiomas y me sorprendió que también haya entendido.

Lilith me había dado la capacidad de entender otros lenguajes.

Me fui al pasillo de mecánica y comencé a leer ahí mismo sobre lo más básico que tenemos respecto a máquinas y todo lo que tiene que ver con su mecanismo. Era difícil, muy difícil. Pero no imposible de entender.

Tal vez deba llevarme algunos libros.

Agarré unos cuántos, mecánica, física, matemáticas, unos cuántos de fuerzas y magnitudes. La verdad no entendía casi nada, pero estaba dispuesta a aprender.

Había traído una maleta/mochila enorme ya sabiendo que existía la probabilidad de querer robar estos escritos. Y aunque cabía todo, mi espalda iba a estar llorando por un buen tiempo debido al peso.

Todo sea por aprender.

Aprender...

Crear...

Es solo eso.

Me escabullí sin ser vista y me dirigí a la mansión en la que me estaba quedando temporalmente. Sí, pues la visita de aquella mujer había cambiado todos mis propósitos.

Ya había creado una lista mental de todo lo que sería mi vida... Y parte de mi no vida en el infierno. Según la señorita Lilith entre más poder posea aquí, sería más fuerte allá abajo... Pero estamos hablando de demonios, gente con experiencia que lleva siglos en esas tierras.

Y yo no sería una persona que se doblegará ante nadie, ya no más.

Primer paso: leer y entender sobre todas estas cosas.

Segundo paso: crear algún tipo de invento que satisfaga mi deseo de curiosidad.

Tercer paso: Convencer a Robert de poner todas sus posesiones a mi nombre en su testamento.

Cuarto paso: Matar a mi marido y quedarme con las riquezas.

Quinto paso: Seguir creciendo económicamente para poder costear los materiales de mis próximos inventos.

Sexto paso: Ser reconocida en Nueva Orleans como mujer independiente y segura de sí.

Séptimo paso: Dar a conocer mis inventos con la gente.

Octavo paso: Vivir una vida llena de lujos y riquezas, convertirme en la reina de Luisiana.

Noveno paso: Ser reconocida mundialmente.

Décimo y último paso: Ser una mujer que cambie la historia de los humanos.

Ese era mi plan de vida y aunque suene un poco descabellado y... Casi imposible de cumplir, estaba ilusionada con todo lo que se vendría de ahora en adelante.

— ¡Mierda! ¿Qué haces aquí? —me sorprendí cuando ví a esa mujer en el sillón de la sala de estar—. ¿Señorita Lilith?

— Vengo a acompañarte, querida. —dijo con una sonrisa. Me fijé en su apariencia, pues era totalmente igual solo que sin los cuernos ni la cola que había visto antes.

Se veía como una humana.

— ¿Te gusta? Es la apariencia que me dió Dios en un inicio, corazón. —ladeé la cabeza, confundida—. Desde hace mucho no estaba con esta forma.

— Ya veo... ¿Y qué te trae por aquí? —pregunté, ella se levantó y se paró frente a mí. Ya no medía dos metros, ahora llegaba a la nariz.

— Como ya dije antes, te acompañaré. —la miré con duda. No sé que pensar, después de todo seguía siendo un demonio y no terminaba de confiar en ella—. No puedo dejar que mi primer trato sea un fracaso ¿Qué dirían los periódicos?

¿Su primer trato? ¿En serio yo era...?

— Ya te lo dije, amorcito. Piensa en mí como tú madrina... Pero con poderes. —hizo una pausa y se quedó pensando. Luego sonrió y se dirigió nuevamente a mí—. ¡Hada madrina!

— ¿Mi hada madrina?

— Tu hada madrina.

Un término muy raro, pero bastante acertado si se me permite decir.

— ¿Cómo entraste?

— Dije que era tu amiga y que venía de visita. Así que me quedaré en el cuarto de invitados. —abrí los ojos sorprendida, el único que puede dar ese permiso es...—. Tu marido es ¿Cómo decirlo? Un enigma. Dejémoslo ahí.

— Es un buen hombre, lo único es qu-

— Tuvo la mala suerte de toparse contigo. —ella se acercó nuevamente a mí y apoyó su mano en mi hombro.

Esbocé una sonrisa, una totalmente genuina. Casi era tan extraño pensar que estábamos hablando indirectamente del asesinato que tarde o temprano iba a cometer.

La invité a tomar té y le enseñé la mansión. Según ella, le había comentado a Robert que si nombre era Lilianne y que estaba en Nueva Orleans de vacaciones, me conoció y decidió visitarme.

Eventualmente mi marido al pensar que era mi amiga, la invitó a quedarse en la mansión creyendo que se hospedaba en un hotel.

— No es por echarte, en serio, adoro tu presencia en mi hogar. —un poco nerviosa, tomé uno de mis libros—. ¿Pero cuánto tiempo piensas estar por estos lares?

— Vendré a visitarte de vez en cuando. —me arrebató el libro y lo ojeó. Hice una mueca cuando pasó las páginas a una velocidad irreal y me lo devolvió—. En mi forma de demonio para que solo tú puedas verme.

— Ya veo... Señorita Lilit-

— Llámame solo Lilith, o madre, o hada madri-

— Lilith.

— Dime, corazón.

— ¿Harías los honores? —pregunté mostrando una lista de libros que había escrito. Estaba un poco temerosa de que no me ayudara o que tomara el pedido a modo de ofensa, pero.

— Con mucho gusto, mi pequeña alma descarriada.

Con un chasquido de dedos, la gran pila de libros que había pedido estaba en frente de mí. Debido a la gran cantidad, varios fueron puestos en el suelo porque ya no cabían en la mesa.

Todo se estaba empezando a mover a mi favor.

Todo se estaba empezando a mover a mi favor

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FREEDOM || ALASTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora