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Desde el ataque he rechazado todas y cada una de las invitaciones a bailes hechos por la realeza, siempre diciendo lo mismo, estoy infligida por la muerte reciente de mi marido y no me encuentro de humor para asistir

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Desde el ataque he rechazado todas y cada una de las invitaciones a bailes hechos por la realeza, siempre diciendo lo mismo, estoy infligida por la muerte reciente de mi marido y no me encuentro de humor para asistir. Claro, la mayoría se lo creía, sin embargo, el saber que alguien andaba tras mi cabeza me tenía loca. No quería salir de la casa y ya me estaba quedando sin víveres básicos para supervivencia.

Además, ya no confiaba mucho en Lucifer. Aunque era todo un caballero y una gran compañía (sin su presencia en esta casa ya me habría suicidado), sabía que no haría nada por protegerme en caso de crisis.

— Se me hace raro que no haya aparecido aún... —la voz de Lucifer me sacó de mis casillas.

Habían pasado dos meses en completa agonía desde aquel suceso del hermano de mi esposo y la señorita Lilith aún no se digna a aparecer por aquí, ni tampoco en los aposentos reales del infierno.

— Que extraño. Debería ir a busca-

— ¡No! —exclamé, tomando su chaqueta—. No me puede dejar sola.

Me tiré al suelo, abrazándolo por la cintura, sin dejarle oportunidad alguna de irse.

— Ey ¿Qué te sucede? —su mano se posó sobre mi cabello. Sentí las lágrimas acumulándose en mis ojos—. Tranquila, volveré apen-

— No me deje aquí... Lo necesito...

Sus mejillas se sonrojaron levemente. Tosió un poco y acarició mi cabello. Tomó mis manos y me levantó con delicadeza, yo al no tener muchas fuerzas estaba arqueada, estando más cerca a su rostro.

El hermoso rostro de un ángel caído sonrojado debido a mis palabras.

— No me iré, tranquila. —tomó mis mejillas, como últimamente hacía—. Me quedaré aquí, a tu lado.

Sonreí sintiendo como mi corazón se aceleraba al juntar nuestras frentes. Él solía desprender calor mediante el tacto para tranquilizarme cuando la ansiedad se apoderaba de mí.

Con el ego muy alto, lo llevé de la mano nuevamente dentro del laboratorio para que me acompañe. Podía manipular al mismísimo rey del infierno, nadie podía bajarme de mi nube por más que lo intentaran.

La gente podría hacerme sentir la presa, pero también yo era la presa más afortunada que gracias a su inteligencia y astucia, seguía viva aún estando rodeada de los peores cazadores.

[...]

Por alguna razón, la relación que tengo con Lucifer ha cambiado ligeramente. Solo un poco.

— ¿En qué puedo ayudarte?

— ¿Quieres agua? ¿Jugo? ¿Vino? ¿Whisky?

— Te ves preciosa el día de hoy.

— ¿Un patito inspirado en tí? Que va... Bueno... ¿Qué piensas de él?

FREEDOM || ALASTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora