O9

46 10 7
                                    

Era de noche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era de noche. El mal presentimiento no se iba aún cuando Lucifer me llenó de elogios. Le subiría la moral a cualquiera, pero sentía que algo iba mal, muy mal.

Caminando por las calles, estábamos de vuelta a la gran casa, a la cual ya le había cogido cariño. Y aunque había despedido a todos, la compañía de ambos seres del infierno en ella habían hecho la estadía más amena.

— Hay alguien que nos sigue. —dijo mi acompañante.

— Así que es eso...

Esto no debía pasar ¿Qué razón existiría para que alguien nos siguiera? Los secuestros son más comunes que antes, pero...

Estoy con Lucifer.

Aunque nada me garantiza que estoy bajo su protección, mi trato era con su esposa, no con él.

— Señor Lucifer, usted...

— No haré nada. —ahí sentí como mi mundo se vino abajo—. Yo soy más de... Tratos y almas.

Estoy perdida.

— No le daré mi alma.

Estaba a punto de un colapso. Había aumentado la velocidad de mis pasos al escuchar como la persona que nos seguía se acercaba. A este paso me atraparía, y el hombre a mi lado no haría absolutamente nada.

— Pensé éramos... Amigos. —intenté persuadirlo.

— Oh, no me mal entiendas. Me caes bien y en serio, podemos ser amigos. —dijo él siguiéndome el paso. En cualquier otro momento me habría dado gracia el hecho de que él tuviera que caminar más rápido debido a su altura—. Pero una persona no vive de amistad.

Empecé a correr cuando aquel hombre desconocido comenzó a hacerlo.

Mierda.

Tiene un maldito cuchillo.

— ¡No quiero vender mi alma! —exclamé corriendo.

Lucifer a mi lado ahora estaba volando, supongo creó un tipo de ilusión para que el hombre que nos perseguía no lo viera.

— ¡Detente! ¡Maldita zorra!

— ¡¿Qué quieres de mí?!

Al voltear por una esquina, terminé chocando con un callejón sin salida.

El hombre iba sin capucha, pude ver su rostro. No lo reconocía de nada como para decir que tenía alguna razón medianamente lógica como para ejecutar lo que estaba dispuesto a hacer.

— Uh, asesino a sueldo. —dijo el demonio a mi lado.

— ¿Quién?

— Creo que no pensaste en que tu ex marido tuviera familia.

Podía jurar que la boca casi llega al piso por haberla abierto tanto.

— No me digas que-

— Está loca. —dijo el hombre, acercándose a mí a paso lento.

FREEDOM || ALASTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora