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Lilith comenzaba a impacientarse y yo lo sabía

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Lilith comenzaba a impacientarse y yo lo sabía. A diferencia de Lucifer, se estresaba cuando tenía mis ataques de ansiedad, me dejaba sola y volvía una vez yo me obligaba a tranquilizarme.

La comida se terminó y yo sigo sin salir de la casa. Vivía a base de lo que Lilith comía y que por decencia, me ofrecía. Es decir, mucho té y pan.

Mis inventos seguían sin funcionar del todo. Siempre les faltaba algo y en los libros ya no encontraba la respuesta. Mi cabeza no daba más.

Dolor.

Todo daba vueltas.

Mi estómago dolía a horrores. Tenía hambre, mucha hambre.

— Es gracioso.

— No estoy de humor. —respondí mientras miraba el pequeño objeto que tenía en las manos.

— Garantizaré tu protección a cambio de tu alma, podrás salir y no te podrás preocupar por salir lastimada.

— Gracias por la oferta, señorita Lilith. —tomé mi estómago al escucharlo rugir nuevamente—. Pero debo declinar...

Me estaba muriendo.

Miré por la ventana de la casa, viendo a la gente pasar. Cada persona que cruzaba miradas conmigo se asustaba y de inmediato se incomodaba.

¿Cómo no?

Los periódicos empezaban a hablar sobre mí y el como pasé de ser una mujer amable a una loca paranoica. Siempre escuchando gritos provenientes de mí debido a la frustración que sentía por mis proyectos, el no abrir la puerta y siempre contestar a gritos para que se alejaran de mi vista.

Tenía mucho miedo al saber que alguien quería matarme.

Mi aspecto había cambiado a uno mucho más delgado. Pero no uno que toda jovencita anhela, el mío demostraba enfermedad. Mis costillas se notaban a través de mi piel, los huesos también empezaban a hacer su aparición.

Muchas veces vomitaba lo poco que comía.

Antes podía considerarme una de las mujeres más hermosas de Nueva Orleans... Ahora... Bueno, sigo siendo muy inteligente.

— Vas a morir sin haber cumplido tu lista.

— Seré invocada y lo haré. Voy a la mitad...

No quería morir, pero haría una última salida... Y no sabría si volvería a casa.

— ¿Lucifer te comentó de ello? —dijo ella sonriendo.

Desde que volvió de su desaparición, nuestra relación es muy diferente. Antes podía decir que tenía una amiga y que aunque no confiara del todo en ella, me divertía su presencia. Ahora es todo lo contrario. Parece disfrutar mi sufrimiento, no me ayuda como antes y se estresa cada vez que yo lo hago...

FREEDOM || ALASTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora