Los abismos del alma

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Lucifer despertó con un estruendo resonando en sus oídos de lo que parecía una bomba explotando a lo lejos. Se estiró perezosamente entre las sábanas mientras el bostezo escapaba de sus labios, y con los parpados entrecerrados por el sueño, luchó por enfocar la vista en la penumbra de la habitación Fue entonces cuando la realidad se filtró en su consciencia y se percató de que no era su habitación en la que se encontraba, sino en la habitación de invitados. La confusión inicial se desvaneció cuando los recuerdos de la noche pasada lo abrumaron como un torrente helado. Un suspiro se escapó de sus labios, mezcla de exasperación y resignación mientras se incorporaba lentamente tener las sábanas desordenadas.

"Joder, Lucifer", murmuro para sí mismo, un susurro cargado de autocrítica. "Tenías un puto trabajo que hacer". En su papel como guardián del inframundo no había lugar para la complacencia a sus deseos.

¿Se arrepentía? Sí. ¿Era completamente su culpa? También sí. La parte positiva es que su trabajo estaba hecho.

Quizás perdió el control, pero consideró que estaba bastante bien dado que hacía más de siete años que no castigaba a un alma. Lucifer era consciente de que, encargarse de todas las almas pecadoras sería abrumador, un fastidio, así que, aprovechando su título de señor del infierno se reservaba solo para las peores que, aunque no eran pocas, no llegaban a ser los millones que entraban cada año. Para el resto de los pecadores existe un filtro: el purgatorio. Allí tienen la oportunidad de arrepentirse de sus pecados y volver al cielo, pero la corrupción del corazón humano por el deseo y la codicia dificultaba sinceramente el arrepentimiento, por eso la mayoría acaban en el infierno.

El trabajo de Lucifer es hacer sufrir a aquellas almas corrompidas por la perversión y la maldad, y creedme, les hace sufrir de manera efectiva. Tanto, que pocos sobrevivían a su tortura. Y lo cierto es que a Lucifer esto no le molesta, si un alma tiene que morir entre sufrimiento sin la posibilidad de reencarnarse ni de vivir su vida después de la muerte en el infierno, que así fuera. Muchos de ellos nunca aprenden y no siente lástima por ninguna de ellas.

Como rey del inframundo, Lucifer castiga a las almas con peores intenciones, a aquellas que han hecho sufrir a más personas en vida. Él tiene el poder de decidir si hacerlas sufrir o no, y aunque podría haber torturado a cualquier alma, simplemente no valía la pena. Lo cierto es que Lucifer estaba oxidado, hacía mucho tiempo que no había alimentado a esa parte oscura de su alma con el sufrimiento de los pecadores, menos de un ángel que aún no había sido corrompido por el infierno. Esa debería ser la causa de su pérdida de control, pensó, sin ninguna duda se debe a eso. Una risa nerviosa escapó de su garganta. Debía tener más cuidado a partir de ahora, si seguía torturando a Adam no podía ceder el control tan fácilmente a sus deseos, por muchas emociones que le provocara la cara de Adam en agonía.

Respiró hondo y salió lentamente de la cama, buscando con los ojos en la habitación su bata de la noche anterior mientras se ponía perezosamente las zapatillas. La encontró tirada cerca de la puerta. ¿Tan mal había vuelto que ni siquiera se molestó en colgarla en una silla? Suspiró con cansancio. A pesar de haber descansado mejor de lo habitual, aún no era suficiente. Se agachó para recoger la bata del suelo, cubriendo su cuerpo desnudo mientras pensaba en la necesidad sofocante de un café. Sin embargo, en lugar de dirigirse a la cocina, abrió la puerta de su habitación y solicitó a un sirviente que le preparara un café y se lo llevara a la habitación principal. Debía echar un vistazo al ángel que descansaba tranquilamente en su cama.

Lucifer cruzó el pasillo y entró en su habitación. Desde el umbral de la puerta, pudo observar que Adam no se había movido ni un milímetro. Aunque las lágrimas que adornaban tan preciosamente sus mejillas la noche anterior habían cesado, había dejado a Adam encerrado en esa habitación de espejos. Probablemente no habría podido salir de allí, ya que era Lucifer quien controlaba sus sueños en ese momento. Sin embargo, tampoco tenía la intención de permitir que escapara pronto de esa sala. Primero, debía hablar con Charlie. 

Entre la luz y la oscuridad (adamsapple)_(versión español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora