Última oportunidad

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Un silencio incómodo se interpuso entre ellos cuando Lucifer le dijo a Adam las noticias que acababa de recibir de Charlie. Aunque Adam intentó protestar, Lucifer no tenía fuerzas para responderle. Suspiró y, con un gesto, hizo aparecer un espejo que le entregó a Adam. Este al principio se mostró confundido, hasta que Lucifer levantó la mirada hacia su cabeza, momento en el cual Adam jadeó al ver su reflejo.

Sus cuernos habían desaparecido, ni siquiera los había notado irse. Al examinar detenidamente, los dos observaron cómo una tenue luz comenzaba a aparecer sobre su cabeza, débil en ese momento, pero ambos tenían la sensación de que su intensidad aumentaría con el tiempo. De hecho, ambos sabían lo que eso significaba, aunque ninguno estaba dispuesto a abordarlo. No después de haber intentado escupir el corazón y sus sentimientos para que les interrumpieran de la peor manera posible. Ahora todo era incómodo.

Lucifer suspiró y abrió un portal bajo la colina del hotel para que ambos cruzaran.

El más bajo cruzó primero, dejando abierto el portal para que Adam pasase, aunque sus movimientos eran lentos e inseguros a pesar de intentar aparentar lo contrario.

La mente de Adam era un torbellino. ¿Significaba esto que volvería al cielo? ¿Tan pronto? Ahora que parecía tan arraigado a la realidad y sin haber tenido tiempo de resolver las cosas aquí abajo, no sentía un gran deseo de regresar. No por nada, pero no le gustaría irse con un mal sabor de boca. De todas formas, todo allí era menos interesante, más aburrido... sin mencionar que durante estos meses en los que su alma estuvo a la deriva y el tiempo que pasó en la Tierra, no recibió ni una carta, ni una señal, ni un mensaje, nada.

Ambos se encaminaron lentamente y en un silencio más nervioso que incómodo hacia arriba de la colina.

Por otro lado, Lucifer estaba aturdido, apático. No pensaba en nada, pero lo pensaba todo. Había planeado todo meticulosamente durante esta semana separados, ya se había resignado a dejar ir a Adam, era lo mejor. Después de todo, dicen que, si amas a algo, déjalo ir. Intentaba no actuar de manera egoísta, ya que eso lo había llevado a bueno, literalmente a esta situación suya como rey del infierno y tal. Pero ¿esto? Era irónico que pareciera un castigo. Justo cuando estaba actuando por el bien de otra persona, el cielo le arrebataba todo de nuevo.

Aunque era esto lo que quería, ¿no? Dejar ir a Adam. O lo que necesitaban, ambos.

Sí, era cierto que esperaba que llegara este momento, y sabía que llegaría. Sin embargo, era demasiado pronto y, por mucho que su mente se había hecho a la idea, su corazón le dolía. Un dolor que le traía recuerdos de aquel día en el que perdió todo por primera vez.

Los dos llegaron a la puerta en silencio, y Lucifer llamó tímidamente. Los recibió Charlie, tan alegre como siempre, lo que obligó a ambos a poner en práctica sus mejores habilidades de actuación. Lucifer esbozó una sonrisa, que no llegaba a alcanzar sus ojos, y Adam... mostraba confusión. Confundido era la mejor emoción que podía aparentar en ese momento, ala menos casaba con la situación.

Charlie hablaba, pero sus palabras apenas llegaban a ninguno de sus oídos.

"¿Estáis escuchando? ¡El cielo ha enviado un holograma y no quería abrirlo, aunque me muero por hacerlo!" exclamó Charlie, rebosante de entusiasmo. "Creo que son buenas noticias, no sé qué habrás hecho, papá, pero creo que gracias a eso Adam puede volver al cielo. ¿Por qué iban a enviar el holograma para Adam y para mí sino?" sonrió y los condujo hacia la chimenea.

En ese momento, todos se congregaron alrededor de la mesita de café, algunos se acomodaron en los sillones, el sofá o el suelo. Adam quiso permanecer de pie, pero Lucifer optó por sentarse en el sillón. No confiaba en que sus piernas sostuvieran su peso al escuchar el mensaje.

Entre la luz y la oscuridad (adamsapple)_(versión español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora