Despierto en una cama tan elegante como las sabanas y la habitación. La misma habitación en la que antes había despertado pero a la que no le preste la suficiente atención.
Sigo encadenado por el cuello, pero al menos Smert se a ido, fue una suerte que el dia anterior no me haya hecho nada. Ahora, solo tengo que esperar que mi misma suerte que ayer se repita el dia de hoy.<<Ahora... Ahora soy como mi madre...>>
Pienso mientras toco la cadena en mi cuello.
Probablemente muera aquí, cuando el se canse de mí. La mafia entera de la que soy jefe no sabe que estoy aquí y Probablemente eso siga así para siempre. No puedo evitar preocuparme por mi futuro incierto, pero al menos puedo fantasear con salir de aquí.—¿Qué tanto piensas?— pregunta una voz en mi oído
Rápidamente me alejo, pero la cadena de mi cuello me hace detenerme.
—Tranquilo, no soy un fantasma, solo vine a darte algo muy lindo— Dice en un tono dulce.
Mi cara se transforma al ver que vuelve a sacar una navaja de su bolsillo, pero esta vez parece ser una aun mas elegante que la otra, esta parece tener rubis incrustados en el mango y con un diseño hermoso.
—Espera, mis heridas aun no sanan del todo— comento
—No te cortare los brazos, esta vez será algo un poco diferente—
De repente siento como una mano agarra mis dos muñecas, inmovilizandome mientras acerca la navaja a mi pecho, dandole una pequeña caricia, haciendo que yo me estremezca no por la caricia, si no por el miedo de ser cortado de nuevo.
—Te marcare...—
La navaja atraviesa la piel de mi clavicula
—Para que seas mío...—
Siento como mi sangre cae y tiñe de rojo mi piel
—Completamente mío—
Doy un grito agónico cuando el termina de cortar mi clavicula y me da un puñetazo en la cara.
Siento como todo me da vueltas, tal vez puede ser por la pérdida de sangre o por el golpe que Smert me acaba de dar.
Solo puedo escuchar de manera lejana la voz de Smert llamandome.—Flavio... Ahora te e marcado...—
Dice antes de darme otro beso, mientras avaricia uno de mis pezones. El dolor en mi clavicula me hace morder los labios de Smert, pero por alguna extraña razón no se enoja, al contrario, sigue besandome, dando pequeños besos hasta llegar a mi entrepierna, acariciandola con sus labios.
Estoy muy debil como para decirle algo, mucho menos empujarlo.
El me da pequeñas mordidas en mi zona íntima, dejando que pequeños quejidos de dolor salgan de mi boca. Pero en vez de seguir con las pequeñas torturas, el mete mi hombría a su boca, dejandome pasar a su extraña humedad, en la que se encuentra su lengua.
Sus labios llegan hasta la base de mi hombría, casi dándole pequeños besos. No puedo evitar estremecerme y dejar salir algunos gemidos.
Pero de repente mi zona sale de su boca, dejando pequeños puentes de saliva en el.—¿Te gusta?— Me pregunta
—No, per favore, smettila— le contesto
El me mira fijamente y apenas me ve pestañear adentra de nuevo mi hombría a su boca. Haciendo que me duela pero a la vez me de placer. Solo puedo gritar, gritar que se detenga, no me como lo hace, mucho menos que lo haga, duele, es doloroso, no solo de manera fisica, si no mental, me siento mal, me siento sucio, me siento culpable, culpable de sentir placer ante su toque sabiendo que esta mal que lo disfrute.
Quiero desaparecer, desaparecer y no volver, el sentimiento de verguenza y culpa se mezclan al sentir como el orgasmo me invade, haciendome gritar y estremecerme.
Mi respiración es agitada, y mi cuerpo sensible, pero mi mente sigue sintiendose como el carajo, y ese sentimiento crece al ver como smert se limpia las tiras blancas de la mejilla, mirandome fijamente.—Ese fue un pequeño regalo de mi parte por soportar el dolor sin desmayarte— me explica en un tono suave, casi amable.
"Un regalo" a eso lo llamaba esta tortura, este sentimiento de culpa que invade mi cuerpo, este sentimiento de suciedad debajo de mi piel, no puedo evitar mirar hacía abajo, mirando mi entrepierna aun mojada por lo que Smert acaba de hacer.
Simplemente me siento asqueroso ante la idea.
Smert me pasa un espejo de mano, dejandome mirar su "marca", la cual es su nombre, su nombre escrito en mi clavicula, manchada con sangre y una herida abierta que cicatrizara dejando ver su nombre claramente.
—¿No es hermoso? Flavio—
Yo solo me quedo callado, sin saber que decir, un sentimiento de miedo intenso me invade el cuerpo entero.
Ahora asi vivire mi vida, humillado.
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Solos en el bosque
Romancedos mafiosos quedan atrapados en el bosque, pronto se acercan mas, hasta que uno decide hacer algo drástico para conservar su amor