Ella

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Llegué a la casa que tenia en mi poder, dejé las cosas sobre la cama de mi habitación y fui directamente a tu instituto, esperaba de verdad que estuvieras ahí esperando por mi.

Te vi en esa misma banca donde estuvimos en días anteriores, días hermosos por cierto, días que extraño de verdad.

Aparecí por detrás de ti y diste un pequeño salto por el susto, me gustaba hacerte bromas pesadas, eras tan inocente en ese entonces, acto seguido actuaste como pensé que no lo harías.

-¡¿Anne?! ¡Llegaste! -Dijiste, te levantaste y me diste un casto beso en la boca, haciendo que automáticamente colocara mis brazos alrededor de tu cuello y respondiera a aquel beso en el que expresamos todo lo que nos habíamos extrañado, lo reconozco: me dejabas sin habla, y es que no había necesidad de expresar palabras cuando nuestros cuerpos ya hablaban por nosotros.

-¿Creiste acaso que te ibas a deshacer de mi? -te sonreí.

Te invité a ir a mi casa y aceptaste, el camino fue silencioso pero llena de miradas, al llegar continuamos nuestra conversación en mi habitación.

-Eso es lo último que quisiera, ¿Dónde has estado mi angelito? ¿acaso no te has dado cuenta que eres mi brújula?

-Ya te dije que no me digas así... ¿y tú no te has dado cuenta que quiero estar contigo? ¿Que eres... Que eres quien mas quiero en el mundo?.

-No puedo evitar decirte así, para mi lo eres Anne, eres mi angelito... ¿Sabes algo? Tú te has convertido en lo que más quiero también, ¿te puedo hacer una petición?.

Tomaste mi mano derecha entre tus manos y rosaste tus mejillas y tus labios por ellos con los ojos cerrados.

-¿Quieres ir al baile de graduación y acompañarme? Es un día importante para mi y sólo lo imagino contigo, te quiero tanto Anne, te quiero para siempre en mi vida.

Abrís te tus ojos y subiste tu vista hacia mi, me observaste como quien ve una cosa horrible y te separaste de mi lleno de miedo, no pude contenerme ante mis palabras: había empezado a llorar, a botar lágrimas de sangre.

A pesar de que te alejaste en un primer momento luego te acercaste a mi con angustia, no podía mas: el momento de revelarme ante ti había llegado.

-¡Anne! ¿Qué te está pasando? ¿Por qué tus lágrimas son rojas?.
¡Vamos a un hospital!.

-Yo te quiero Patrick, te lo juro por ti, que eres lo mas valioso que me queda en la vida, lo único que tengo.

-¡Jesús Anne! No hables así, ¡vamos a que te revise un doctor ya!.

-Lo mío no es ninguna enfermedad Patrick, lo mío es natural cuando eres... Un vampiro.

-¿Qué? Anne, estás enferma y estás delirando, vamos.

Me intentaste agarrar pero me solté de tu mano para demostrarte que no te mentía, no esa vez.

-¡No soy humana! Un humano no  llora sangre, no vive siglos y siglos, no corre y se aparece o desaparece tan velozmente como yo lo hago, no se alimenta solo de sangre o tiene poderes especiales, Patrick, yo...

-¡Cállate Anne! ¡No sigas! ¡Los vampiros ni nada sobre natural existen!.

-¡Yo existo Patrick! ¿Que no me ves? ¿acaso no me sientes?.

Te quitaste cuando pasé una mano por tu mejilla que ardía, me empujaste y caí al suelo automáticamente, gritaste tantas cosas hirientes que sólo pudo cubrir mi rostro y mis oídos, no podía escucharte ni detenerme de llorar, me atacaste al hacer eso para obligarme a verte, definitivamente estabas demostrando quién eras en realidad.

A partir de ese día empecé a llorar lo que había dejado de llorar en años.

Crónicas de un amor sobrenatural.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora