Destellos de Atardecer

65 7 7
                                    

En la siguiente ocasión en la que te quedaste dormida; Meta Knight, en lugar de despertarte, contigo en brazos y con delicada cautela, se inclinó hacia el suelo y extendió su ala sobre la hierba para colocarte cuidadosamente sobre esta. Luego, permaneciendo ambos acostados, extendió también la otra ala, dejando reposar su peso ligero sobre ti. Entonces, enrolló suavemente sus alas, de manera tal que quedaron como dentro de un capullo que les desvanecía contacto con el exterior a su alrededor.

A pesar del tacto cálido y envolvente de sus alas y el tacto de todo tu ser entre estas, el enmascarado mantenía distancia con el resto de sí, aunque ligera entre la innegable cercanía, la suficiente como para poder observarte mientras duermes.

Permaneciendo a la espera de que despiertes de esa profunda relajación que irradias, entretiene su concentración en la presión que, acostada sobre su ala, ejerces y en tu pulso vibrar a través sus alas, le da una sensación agradable y le transmite una paz que rara vez experimenta en su vida de guerrero llena de batallas y desafíos. Experimenta también un profundo alivio y consuelo al tenerte segura consigo, en especial tras el recuerdo del momento crítico en el que temió perderte.

Aunque su atención se centra en ti, y aunque no puede ver nada del exterior, lo compensa manteniendo agudizado su sentido de alerta, para poder reaccionar ante el más mínimo estímulo de peligro que pueda percibir desde el exterior de sus alas, como si te mantuviera en un escudo intocable creado para ti con todo su ser.

Aún así, desde fuera no hay señales de peligro y, aparte del contacto contigo, no siente en sus alas más que la brisa y roce de la hierba sacudirse con ese viento suave.

El caballero es apartado de sus pensamientos al abrir tú los ojos. Inicialmente te sobresaltas, sorprendida ante la repentina escena de descubrirte envuelta de esa manera entre las alas de Meta Knight en la poco iluminación en que a penas y puedes ver.

Aún tras tu sobresalto evidente, al encontrarse tus ojos con los suyos, te paralizas incapaz de apartar la mirada, como si la mirada penetrante de sus ojos brillantes te atrapara e hipnotizara junto a esos latidos que se mezclan como la perfecta melodía.

Como en trance acercas distraídamente tus manos y las posas sobre su máscara. La plena calma en los ojos del enmascarado se altera. Fugazmente sus ojos se agrandan, atónito ante tal atrevimiento de tu parte. Y, a su vez, resiste al impulso de apartarse, debido a que estás acostada sobre una de sus alas y no quiere hacer algún movimiento brusco o reaccionar de mala manera contigo. Lo más que llega a hacer es poner sus manos sobre las tuyas, buscando asegurarse de que permanezcan inmóviles sobre su máscara.

La tensión crítica parece suspendida en el tiempo mientras te lanza esa intimidante mirada desafiante y peligrosa.

Pero entonces para tu sorpresa, la mirada gélida e intensa, que parece congelar hasta el aire, progresivamente se desvanece. Incluso rompe el contacto visual y con notable nerviosismo evita mirarte a los ojos.

El toque de sus manos enguantadas se afloja, volviéndose tan blando que no te impediría desplazar las tuyas.

Con el abrumador sonrojo asaltándole y aún sin atreverse a mirarte, más que un par de veces por un instante fugaz, el caballero permanece quieto y expectante a tu proceder, con la curiosidad y la incertidumbre mezclándose en su interior mientras para él el paso de los segundos silenciosos parece volverse eterno.

Tú por tu parte, entre el deseo incontenible de expresarle lo mucho que significan para ti sus gestos de cuidado y su compañía, te acercas con una expresión de cariño y gratitud: un tierno y breve beso de tu parte que toca cerca de uno de sus ojos, en esa parte de la limitada zona en que la máscara no le cubre.

Estrella Mía 🌟 (Meta Knight X Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora