Jin
No sabía lo que había estado pensando cuando le pedí a Jungkook que volviera a casa conmigo. Sólo sabía que aún no estaba listo para alejarme de él. Verlo de nuevo, estar en sus brazos, había abierto cada vieja herida que había dejado en mi corazón.
Sabía que me arrepentiría mañana cuando tuviera que separarme de él otra vez. Cuando me diera cuenta de que nada había cambiado e iba a tener que romper y curar mi corazón de nuevo.
Pero ahora mismo no estaba pensando en eso. Jungkook estaba en mi casa preparando innumerables tazas de té. Me senté en silencio a la mesa de la cocina, consciente de la acalorada conversación que ocurría a mi alrededor, pero sin escucharla. Estábamos lejos de estar solos. Había tanta gente extra que Dylan y Simon tuvieron que traer sillas adicionales del comedor formal que yo rara vez usaba. Todos los miembros de la banda estaban aquí, además de Ollie y Louis. Betty estaba sentada tecleando en su teléfono, frunciendo el ceño furiosamente. Nuestros guardias, además de los hombres de Phoenix, estaban sentados en elegantes sillas apoyadas contra la pared.
No me importaba que estuvieran aquí. Al igual que yo, querían confirmación de que Duncan había sido acusado. Todos habían insistido en esperar, ninguno quería dejarme hasta saber que estaría a salvo.
Más tarde, me sentiría tan jodidamente conmovido por esto. La muestra de amor y apoyo en esta habitación era abrumadora. Esta gente se pondría entre yo y cualquier peligro sin pensárselo dos veces. No estaba seguro de lo que había hecho para ganarme una lealtad tan inquebrantable, pero estaba condenadamente agradecido.
Bueno, lo estaría. En este momento, no podía pensar más allá del hecho de que Jungkook estaba en mi casa. Moviéndose por mi cocina como si nunca se hubiera ido. No necesitaba abrir los armarios para comprobar dónde guardaba mis tazas, porque él me había ayudado a colocarlas cuando remodelé la habitación hacía ocho años. No necesitaba preguntarme cómo tomaba el té, porque durante casi una década me había preparado mi taza antes de que me despertara.
Todo se sentía bien. Que él estuviera aquí se sentía correcto. Y yo odie eso. Lo odiaba, joder. Porque no lo odiaba. No podía odiarlo. Lo amaba tanto ahora como el día que nos separamos.
Quizás este era mi destino, amar a alguien que nunca tendría. No todo el mundo conseguía un final feliz para siempre. Dado que el resto de la banda había encontrado oro, tenía sentido que uno de nosotros tuviera mala suerte en el amor.
Jungkook se giró, con mi taza de Garfield en sus manos, y sus ojos se encontraron con los míos. Sus labios se curvaron automáticamente, la cuidadosa máscara que llevaba a mi alrededor desapareció como si nunca hubiera existido. Su sonrisa no se parecía a ninguna que hubiera visto en él, incluso en privado. Como si de alguna manera yo fuera su visión más familiar pero también una completamente desconocida, una que no podía esperar a conocer.
Me froté la frente. Joder, tenía que dejar de hacer conjeturas. Era una reacción a lo que había pasado esta noche. Mi cerebro se aferraba a Jungkook porque me resultaba familiar, alguien que sabía que mantendría mi cuerpo a salvo.
Incluso si no se pudiera decir lo mismo de mi corazón.
—Toma —dijo en voz baja, apretando mi hombro mientras colocaba la taza frente a mí—. Agregué un azúcar extra.
—Pensé que ese era el camino hacia la diabetes. —Dios, me dolía el pecho por la facilidad con la que volvimos a actuar tan familiares.
Me dio una sonrisa torcida.
—Una vez no te matará.
No, pero si seguía mirándome como si quisiera comerme, podría sufrir un ataque al corazón. Me obligué a volver a mirar la mesa y me aclaré la garganta.
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SIN ARREPENTIMIENTOS
AléatoireY aquí tenemos el tan esperado, la historia de Arlo y Jack Adaptación hecha al JinkookJin, es decir contiene versatilidad.