11- I'm back in Chicago

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Kathleen Archer.

Bueno, en estas fechas de enero, hace 3 años murió mi mejor amiga de la infancia, Grether.

A la cual no he podido visitar debido a la repentina mudanza que tuvimos mi novio Allan y yo. Desde entonces vivimos en Los Ángeles.

Pero hoy, 31 de enero, decidí ir a visitar a mi amiga, ya que se cumplen 3 años de su fallecimiento.

—Allan, vamos.

Mi novio estaba sentado frente al computador, jugando "Genshin Impact".

—Vamos—le dije por última vez, pasando por al lado del computador y desconectándolo.

—Mierda.

Se levantó y tomó su mochila.

—Más te vale no volver a hacer eso, ratoncilla—me jalo del cabello dulcemente.

—¿Qué harás al respecto?

—Ja—se formó una curva en sus labios, incitando provocación.

—Tranquilo, pequeño Allan, no volverá a pasar—dije claramente con sarcasmo—vámonos, ya es tarde.

El viaje no duró mucho tiempo, y la familia de mi amiga decidió enterrarla en Chicago, ya que amaba la ciudad y a su novio procedente de ahí.

Tampoco he tenido ninguna conversación con Aaron desde el incidente, he escuchado que su hermano menor tampoco ha aparecido.

Chicago estaba justo como lo recordaba, tan húmedo, oscuro y triste. Las personas siempre iban cabisbajas, y la lluvia caía pesada sobre mis pies.

Llegamos a la entrada del cementerio.

Era el doble de sobrio y turbio que afuera, las frías gotas de agua chocaban con las lápidas, que para mí sorpresa estaban en muy buen estado.

Estuvimos caminando por un rato, hasta que localicé una lápida con flores rojas, y tres personas enfrente.

La primera persona que observé, era Xavier, el hermano de mi amiga, su cabello rojizo por la lluvia parecía un rojo opaco, y traía en brazos a su hijo.

Y la tercera persona era Aaron, con su cabello castaño pegado al rostro, estaba de rodillas en el suelo, en silencio total.

En el rostro del castaño habían unas ojeras notables, y estaba totalmente pálido, el bronceo de su piel había desaparecido por completo.

—Cariño, te espero fuera—me dijo Allan dándome un beso en la frente.

Era una sensación pesada, un ambiente completamente gris.

—Xavier—salude al hermano de mi amiga.

—Hola, Kath—sonrio—escuche que te mudaste a Los Ángeles.

Asentí, y le di la mano al pequeño hijo de Xavier, parecía tener 5 o 6 años, y aún así no soportaba estar lejos de su papá.

—No has venido a verla en 3 años y vienes hoy—hablo Aaron—¿tan amiga de ella eras? Odiaba los girasoles—y saco un hilo de voz burlón.

Su mirada se dirigió al ramo de girasoles que traía en manos.

—No vine a visitarla antes porque me mudé a Los Ángeles, además de eso, no debo darte ninguna explicación—traté de dejar el mal tono de lado—sé cómo debes sentirte, pero no tienes que enfadarte con la gente que te rodea.

Xavier preguntó sobre cómo me iba desde que me mudé y comenzamos a hablar de eso.

Él parecía un poco más calmado, quitando la parte de su rostro apagado.

HUELLAS DE ENERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora