Aaron Peters
No podía creer dónde me encontraba.En primer lugar, era completamente falso que Falix estuviera enfermo. Solo hago lo que mi estómago me pedía.
Ni siquiera se qué hago con esa mujer con complejo de chimenea.
Estaba sentado en su escritorio, rodeado de periódicos, archivos y fotos. El olor a cigarrillo que desprendía cada vez que hablaba me provocaba náuseas, pero su presencia no resultaba molesta. Disfrutaba discutiendo con ella y llevándola al límite de su paciencia.
Enfrente de mi, estaba la mujer, con los pies sobre la mesa.
—Baja los pies o te castro —me advirtió ella.
Pero no le hice caso.
—¡Agh! —exclamó tirando los periódicos al suelo y se dirigió hacia la ventana— No hago nada bien en este trabajo de mierda.
—Teléfono —gritó uno de los otros oficiales.
—¿Sí? —respondió la mujer, que a pesar de su estatura alcanzaba el teléfono— ¿A qué hora? —su rostro se iluminó con una sonrisa— Muchas gracias, tenga buena tarde.
Se volvió hacia mi, se puso su chaqueta y gorra, y me tomó del brazo.
—¿A dónde vamos, enana? —pregunté, sin obtener respuesta— ¡Cuidado secuestro, esta oficial quiere secuestrarme y hacerme cosas feas!
—Ni siquiera te secuestraría para sacarte un riñón o venderlo. Vamos a la Terminal de Trenes.
—¿Quién te habló, fue la persona de las cámaras?
—Sí.
Estaba nervioso, lo admito. Llevaba tres años deseando saber la verdad, y la ansiedad me carcomía.
No sabía cómo reaccionaría al descubrir quién me había destrozado la vida.
Kathleen parecía inquieta, se mordía las uñas y rasgaba las mangas de su chaqueta.
—Deja eso —le quitó la mano de la chaqueta— Vas a romperla.
Ella suspiró y arrancó la camioneta. Su perfil era hermoso, con pecas apenas visibles en la nariz y ojos azules como el mar. Tenía venas finas en las manos, pálidas y delicadas, que apenas se marcaban.
—Kathleen.
—¿Sí?
—¿Crees que se puede amar como la primera vez?
Mi pregunta sorprendió a Kathleen, quien soltó una risa suave.
—El primer amor casi nunca dura para siempre. Lo bonito del primer amor es lo que te enseña. Nunca dejarás de amar a esa persona, pero debes seguir adelante y mirar más allá. El verdadero amor es el que aplica esas lecciones y deja una marca en el corazón.
—Wow.
—Lo siento. No debería...
Y la besé. En medio del tráfico, sin saber si estaba bien o mal, pero sentí la urgencia.
Separó sus labios y se aferró a su cuello, mientras las lágrimas frías recorrían mi piel.
Desperté minutos más tarde, ya en la Terminal.
Preferí no dirigirle la palabra a Kathleen a menos que fuera necesario.
—Oficial Acher, qué bueno verla —saludó un hombre robusto, aparentemente empleado del lugar.
—Hector, necesito esto lo antes posible.
El hombre no parecía contento, más bien decepcionado.
—Estas grabaciones son del 31 de enero de hace tres años, a las 9:55 am, 5 minutos antes de la partida del tren.
—Entendido.
Puso una grabación donde se veían dos personas aisladas de los demás pasajeros. Uno de ellos coincidía con la descripción de Kenny, mientras que el otro era Allan, el novio de Kathleen.
Cuando faltaban 2 minutos para la llegada del tren, Allan tocó el hombro del otro sujeto y sacó un fajo de dinero.
Me sentí congelado, histérico. No quería creer que Allan pudiera estar implicado en esto.
Lleno de ira, salí corriendo, seguido de los gritos de Kathleen pidiéndome que me detuviera.
—¡Soy un idiota! Lo mataré con mis propias manos.
—¡Aaron! —me detuvo ella, aferrándose a mi brazo.
—¡Maldita sea, Kathleen! ¿Aún vas a decir que no tiene nada que ver? Ese hombre robusto fue el culpable, pero Allan lo provocó, joder —me liberé bruscamente— Y casualmente, ese día se mudaron a Los Ángeles. ¿No te parece extraño?
Kathleen quedó paralizada, sin mover un músculo. Con voz temblorosa, dijo:
—Es mi novio, Aaron. Lo quiero mucho, joder.
Las lágrimas brotaron, y sentí una mezcla de emociones que había mantenido ocultas durante tres años.
—Lo sé, pero lo hizo, Kathleen. Mató a tu mejor amiga, mi novia. Me arrancó el alma.
Ella se acercó y apoyó la cabeza en mi pecho, abrazándolo. Era un abrazo que ambos necesitábamos
—¿Sabes? Cuando veo la luna reflejada en la noche oscura, me recuerda a Grether —intenté consolarla— Sé que por las noches me vigila, para saber lo que hago, por eso no lloraba.
—Lo siento tanto, Aaron.
—No tienes por qué sentir nada. La persona que causó esto será castigada, lo prometí hace tres años.
Kathleen rozó sus labios con un beso, con un poco de temor. Aún no sabía que la luz que Grether se llevó, ella la traía de vuelta con estrellas.
Nos besaron con ternura, con consuelo.
—Vámonos.
Kathleen arrancó la camioneta y condujo de regreso a casa.
Intentó llamar a Allan varias veces, pero él no contestó. Era demasiado ingenuo si pensaba que su novia no lo descubriría.
Lo matare con mis propias manos
Autora:
Hola, chicos y chicas. Sí, papito Allan es un idiota, pero todo tiene sus razones. Pronto lo descubrirán.
¡Besos! 😔
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HUELLAS DE ENERO
Misteri / ThrillerEl trabajar en un restaurante y conocer a una chica interesante atrajo la vida de Aaron Peters a un ciclo de misterios. El enamorarse de una chica que posteriormente sería asesinada,y ,un simple camarero sería el encargado de investigar un caso que...