Capítulo 15 - El regreso de la magia

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Hadrian, heredero de Invernalia y señor de antiguas magias, sentía que algo fundamental faltaba en el tejido del mundo que estaba ayudando a tejer. Durante días, se había retirado al Bosque de los Dioses, buscando consejo en el silencio de los árboles centenarios y en las susurros de los espíritus que allí habitaban. Hipnos, sin embargo, había permanecido inalcanzable, eludiéndolo como una sombra en la penumbra crepuscular.

Al tercer día, cuando las sombras se alargaban y Hadrian se resignaba a abandonar el bosque, Hipnos finalmente se manifestó. Su presencia, tan etérea como siempre, llenó el espacio con una energía antigua y tranquila.

"Hadrian," saludó la entidad, su voz resonando como el viento entre las hojas. "Querías hablar conmigo."

"Es cierto," admitió Hadrian, el alivio evidente en su tono. "He estado buscándote. Siento que aún hay mucho por hacer, algo que empuja a que la magia renazca con más fuerza en este mundo, pero no sé cómo."

Hipnos escuchaba, sus ojos profundos y sabios reflejando la complejidad de incontables dimensiones. "Este mundo está en un equilibrio delicado, Hadrian. Es cierto, las cosas van mejor que en la línea temporal original, aunque el peligro más grande aún no se ha revelado. La noche es oscura y alberga horrores, y el invierno se acerca."

Hadrian no pudo evitar sonreír ante las palabras que tanto habían formado parte de la identidad Stark. "Parece que nuestras frases vienen de muy atrás," comentó, medio en broma.

"Pero ahora, a lo que viniste," continuó Hipnos, "las sacerdotisas que mencionas en Essos adoran a mi hermano Thanatos, y es verdad, su magia es poderosa, pero peligrosa y volátil. Los hombres sin rostro también poseen habilidades que desafían la naturaleza misma, pero no son aliados que se puedan llamar con ligereza."

"Entonces, ¿qué puedo hacer para avivar la magia aquí, en el Norte?" preguntó Hadrian con urgencia.

Hipnos miró a los árboles-corazón que los rodeaban. "Fortalece estos árboles arcianos con tu magia. Permíteles brotar en todo el continente, y así, podrás verlo todo. Continúa entrenando a tus dragones, son clave para el futuro. Y sobre los huevos de dragón de hielo, deben esperar. El cuerno de Joramun posee el poder de derribar el Muro, y eso sería una catástrofe que nadie desea."

Hadrian asintió, comprendiendo la gravedad y la importancia de sus próximos pasos. Había asumido que como único mago en este mundo, debía actuar como el guardián de su renaciente magia. La tarea que Hipnos le había encomendado no era ligera: revivir los poderes dormidos del Norte y mantener el equilibrio de un mundo que pendía en la balanza entre el amanecer y el ocaso.

Con una inclinación de cabeza en señal de respeto, Hadrian dejó el Bosque de los Dioses, su mente ya trazando los planes y conjuros necesarios para fortalecer los antiguos árboles y, a través de ellos, vigilar el vasto reino que pronto sería su responsabilidad proteger. El regreso de la magia había comenzado, y con ella, la esperanza de un futuro donde la luz podría sostener la larga noche que se avecinaba.

En los días siguientes, Hadrian se abocó a una tarea que era en parte ciencia y en parte arte: la revitalización de los árboles arcianos. Siguiendo el consejo de Hipnos, había decidido que las mismas pociones que una vez fortalecieron los campos del Norte ahora servirían para nutrir a los guardianes de madera del Bosque de los Dioses.

Cada amanecer, mientras la niebla aún se cernía sobre las tierras de Invernalia, Hadrian se dirigía al bosque sagrado. Allí, armado con frascos de elixires burbujeantes, se ponía manos a la obra. Vertía cuidadosamente las mezclas alrededor de las raíces de cada árbol arciano, recitando antiguos encantamientos que resonaban en armonía con el susurro de las hojas.

Entre Magia y Dragones: El Renacimiento de ValyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora