16. Science and progress

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Violeta

Despierto de nuevo, luchando por enfocar mi visión mientras pestañeo repetidamente.. Ruslana está a mi lado, mirándome con los ojos llorosos.

Una imagen cuela en mi mento: Ruslana, llorando desesperada, con las manos manchadas de sangre mientras trataba de taponar la herida.  Un escalofrío recorre mi cuerpo.

- Ya era hora, tía

Sonrío con agotamiento hacia ella, quien me devuelve el gesto con entusiasmo. Utiliza la manga de su chaqueta vaquera para secarse los ojos y toma una respiración algo inestable. Nunca la había visto tan afectada, y me preocupa.

- ¿Estás bien? - Pregunto, y Ruslana suelta una carcajada que me sobresalta.

- ¿Que si yo estoy bien? - Niega con la cabeza y yo le mantengo la mirada - Pues he pasado una semana de mierda, la verdad.

Estiro el brazo como puedo y abro la mano, invitando a Ruslana a dármela. Ella lo hace sin dudarlo y me da un apretón fuerte. Me remuevo con dolor; cada movimiento duele y no encuentro una posición cómoda. No mentían cuando decían que los postoperatorios de la cirugía torácica son muy dolorosos.

- Violeta - Me llama. Mete su mano libre en el bolsillo de su chaqueta, y giro ligeramente la cabeza para ver qué saca.

Abre su mano, revelando una cajita azul de terciopelo. Recuerdo que la llevaba conmigo esa noche, temiendo que Chiara la viera en casa.

- Te lo he estado guardando - Me dice, dejándola sobre la palma de mi mano. Frunce el ceño ligeramente. - Tuve que ir a la joyería para conseguir una caja nueva - Explica, con la mirada fija en el objeto. La miro confundida.

Quizá debería haberme percatado de algo que es evidente, pero mi mente parece embotada y mis pensamientos lentos, probablemente debido a la medicación. Me muevo un poco para mirar a Ruslana a los ojos, con cuidado, tratando de no desencadenar un grito de dolor con cada movimiento.

- ¿Por qué? - Ruslana levanta su mirada hacia mí cuando hago la pregunta, y encuentro su mirada seria y sombría. Se aclara la garganta antes de responder.

- Porque lo llevabas encima - Cuando hago un leve gesto con la cabeza para indicar que no la estoy siguiendo, Ruslana elabora - Se había... manchado de sangre

Oh.

- Lo siento - Me disculpo sinceramente, sintiendo el peso de la culpa por haberlos involucrado a todos en esto, especialmente a Ruslana y a Omar. Ella niega con la cabeza y me da un beso en la frente.

- Te he echado de menos - Admite con una media sonrisa. Cuando se percata de que me estoy empezando a quedar dormida, guarda la cajita con cuidado junto con mis cosas.

- Descansa, pelirroja - Me anima cuando me ve luchando contra el sueño. Y es que quiero quedarme despierta y hablar más con ella, escuchar qué ha pasado en estos días.

Pero el cansancio me vence, y cuando Ruslana acaricia mi frente con el dorso de su mano, me dejo llevar por el sueño antes de tener la oportunidad de decir algo más.

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Chiara

Dos días después, Bea Fernández llega en una ráfaga de caos. Cuando Ruslana y yo la vimos hacer su entrada triunfal — bajándose de un Cabify, arrastrando una maleta gigante y caminando con decisión hacia nosotras — supe que estábamos en problemas.

Durante aproximadamente una hora, Bea estuvo reprochándole a Ruslana el hecho de que nadie la había llamado para contarle lo de Violeta hasta el día en que le quitamos el tubo. Ruslana trató de escudarse en que no quería contarle nada antes de que supiésemos que Violeta se iba a recuperar, ya que vivía lejos y no había nada que ella hubiese podido hacer.

The Scientist | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora