22. Epílogo [Parte IV]

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Violeta

- Kiki...

Chiara se revuelve en mis brazos, adormilada, y enreda sus dedos en mi camiseta mientras se abraza a mí con más fuerza.

- Mi amor.

- Qué - Es el murmuro que recibo por respuesta.

- Tienes que levantarte.

- Five more minutes - Su pelo me hace cosquillas cuando Chiara se esconde en mi cuello. Río.

- Como no te levantes vas a llegar tarde - Le hago cosquillas en el cuello con las yemas de mis dedos. Siento un suave empujón en el hombro mientras mi mujer protesta.

Niego con la cabeza cuando echo un vistazo al reloj. Muy a mi pesar, me deshago de los brazos de Chiara y salgo de debajo de su cuerpo. Ella protesta y abre los brazos, aún con los ojos cerrados, buscándome.

- Nooo, Vio - Abre y cierra los dedos, con los brazos extendidos, esperando que ceda y vuelva con ella. Qué mona es, Dios.

Con un suspiro, me muevo encima de ella, sujetando mi peso sobre mis antebrazos para no aplastarla. Los brazos de Chiara rodean mi espalda y los labios de mi mujer buscan refugio en mi cuello. Cuando empieza a dejar besos por la zona, intento separarme un poco, porque como siga por ahí sí que no llega.

- Kiki.

- Uf, Vio- Una de las manos de Chiara se mueve desde mi espalda a la parte de atrás de mi cabeza, enredándose en mi pelo. Maldita sea.

- Uf nada, reina, que no tenemos tiempo - Protesto, pero mi voluntad ya se está empezando a desmoronar y ella lo nota. La siento sonreír contra mi cuello.

- Últimamente nunca tenemos tiempo - Rebate, moviéndose de mi cuello a mis labios. Me da un beso largo antes de continuar - Por favor, Vio- Utiliza su mano para tirarme un poco del pelo - Tengo muchísimas ganas.

Bueno, pues qué le vamos a hacer. Si es que a esta mujer no hay quien le niegue nada, y mucho menos yo.

Las manos insistentes de Chiara tiran de mí para ir guiándome hacia abajo, hasta que paro y entretengo en su ombligo, que queda al descubierto entre la camiseta y el pantalón de su pijama.

- Ya, Violeta.

- Qué mandona, Kiki - Dejo un beso contra su piel antes de bajar su ropa interior. Me coloco entre sus piernas, y sus manos en mi pelo me llevan a donde me necesita.

- No sabes lo que he echado de menos esto - La voz ronca con la que lo dice me pone a cien, y contesto a centímetros de su centro.

- Yo también, amor.

Si Chiara iba a decir algo más, se ve interrumpida por un jadeo cuando le doy la atención que tanto deseaba. Con una mano, Chiara se agarra a mi pelo, y la otra se cuela por debajo de mi fina camiseta para poder acariciar la piel de la parte alta de mi espalda.

Joder, qué calor. En este momento desearía haberme quitado la camiseta, pero sé que como se me ocurra alejarme ahora, hay una alta probabilidad de que Chiara me asesine.

No tardo mucho en notar como empieza a contraerse y a respirar agitadamente, claramente cerca del orgasmo. Las uñas que se clavan ligeramente en mi piel solo lo confirman.

- ¡Mami!

- Fuck, shit, mierda.

Siento un escozor agudo en el hombro y me aparto con rapidez de Chiara justo antes de que la puerta de nuestra habitación se abra de golpe, dejando entrar a Diego. El pequeño mira su reloj de muñeca —el que le había regalado Martin y que no se había quitado desde entonces— y se acerca a la cama.

The Scientist | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora