Rosa Como Las Rosas | ACT 2

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— ¿Será cierto? —preguntó el erizo de espinas azules y tez melocotón— ¿Y si realmente me gusta, estaría mal? Es que las niñas son algo raras y me dan miedo... ¿Has visto como lloran? No quiero oírla llorar, no quiero hacerle daño ¿Pero y si no es así?   

La ardilla frente a él parpadeó repetidas veces, rascando una de sus orejas con su pata trasera.
Había estado aquí desde hace dos horas escuchando los insípidos soliloquios de este niño y aún no entendía porqué había tanto problema.

Aquel día había sido tan largo y aburrido que para intentar entretenerse el joven niño de azul había optado por dar un paseo y correr a lo largo y ancho de todo ese mundo, pensando en que haría si encontraba Amy en su camino, que le diría, que harían... cómo se sentiría.

La sola idea de que pudiera encontrarla en cualquier esquina, detrás de cualquier árbol o rincón, era algo emocionante pero al mismo tiempo aterrador. ¿Y si justo ese día no tenía las palabras correctas para hacerla sonreír? ¿Y si ella se enojaba por algo que pudiera hacer sin querer? Las niñas eran un misterio, un hermoso misterio con el que no quería jugar.

Una cosa llevó a la otra, con el joven erizo tomando la decisión de detenerse en aquel claro de bosque para así pensar, llamando la atención de aquella ardilla que gastaría gran parte de su tiempo en escucharlo, sin poder ofrecerle respuesta...
Y henos aquí.

— Siempre creí que era el único en mí especie —comentó, cortando una flor roja que crecía a las raíces del árbol del cual se encontraba recostado—, supongo que Eggman tiene la culpa de eso, creo... —murmura, jugando con los pétalos de la flor, tensandolos como si pretendiera arrancarlos solo para después aflojarlos e imitar la acción con un pétalo diferente— Quizás ella sea la única que puede entenderme. Ella está tan sola como yo y no quiero que se sienta más sola por mí culpa, pero... ¿Y si le hago daño? ¿Y si Eggman le hace daño?

Toma una gran bocanada de aire, aferrándose a la flor entre sus manos, cerrando sus ojos, buscando algo de paz en su interior tras toda ésta confusión que le trae dilemas que aún no puede comprender, mucho menos resolver.

La ardilla tras un tiempo finalmente dice algo, llamando su atención entre pequeños chillidos agudos.

— ¿Qué dices? —parpadea un par de veces— ¿Crees que si le digo lo que siento sirva para aclarar mis ideas? ¡Pero ni siquiera sé que decirle!

La ardilla refunfuña y jala su flor, haciendo énfasis en lo que debe hacer.

— ¿Una flor? ¿Crees que le gusten la flores? —la ardilla le chilla con más fuerza, moviéndose de forma inquieta para demostrar su disgusto— ¡Perdón, es que creí que no a todas las niñas les gustaban, perdón!

El joven de espinas azules se levanta, observando el atardecer que precede a la noche, formulando un plan en su cabeza hasta definir que hacer en los próximos días.

— Gracias, ardillita —agradece con una pequeña sonrisa para acto seguido partir a toda velocidad devuelta a la playa, soltando la flor en el proceso.

Childish Love ft. SonAmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora